Me apropio del título de la novela de Paul Bowles, para poner título al post y a la foto que hice el día de Reyes. Las Navidades no me gustan desde que mi madre murió. Siempre me pasa lo mismo, cuando empiezan las odio y cuando acaban me da pena. Este año, a diferencia de otros, hemos celebrado un montón de cosas buenas, algunas están a la vuelta de la esquina, otras tardarán algo más. Es una pena, que yo no sea la protagonista de ninguna, pero como dice el dicho: "Virgencita, que me quede como estoy".
Llevo años sin salir la noche de fin de año (cuando no puedes hacerlo, tiene mucho atractivo, cuando puedes, ya no tiene gracia), he ido cambiando esa noche, por cañas con amigos y familia por el día. Como toda norma tiene su excepción, una amiga tuvo la brillante idea de decir las palabras mágicas: "tíaaa, este año tenemos que salir, que va a ser el último como treintañerasss", así que dicho y hecho: salimos.. vaya si salimos. Empecé el año de la mejor manera, con dos amigas, mis mejores amigas, mis "M", !tan distintas y especiales!. Sé a quien tengo que agradecer, que enterrasen el hacha de guerra, entre ellas.
Y el colofón han sido los Reyes: con mi primera actuación como cotufita o cofuta (está por determinar), el éxito del encargo de Regala Historias, y tener a mis hermanas (y a K. también, of course) estos días en casa, a mi padre y a mis tías, mis primos y sobrinas bajo el cielo de la foto. Y jugar a las cuatro en raya, beber gin tonics en la lonja, cantar con Facto Delafé, rescatar cajas del Monasterio...y muchas cosas más.
¡Así se empieza un buen año! y lo demás son tonterías.
