Ficción
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jueves, 23 de julio de 2020

EL ANILLO




El anillo resalta sobre el color de su piel. Algo desproporcionado para unos dedos adolescentes. Le gusta mirarlo y recordar las palabras de su abuelo: “así siempre tendrás los amaneceres del desierto al alcance de tu mano”

-Venga Mali, pon la mesa que vamos a comer –gritó Julia desde la cocina.

Se levantó de la cama y arrastrando los pies por todo el pasillo, llegó hasta el comedor

-¿Qué te pasa hijo? Menuda cara traes! ¿Te duele algo?

-Me duele la vida- sentenció Mali.

- ¡Anda ya!¡Qué exagerado eres! Toma los cubiertos y los platos.

-Julia, en serio te lo digo. Me duele estar aquí contigo…bueno, entiéndeme..

- Ya sé que echas mucho de menos a tu familia, es normal, pero las circunstancias mandan. Además mira el lado positivo, tienes más tiempo para estar con esa chica nueva que te llama, que para mí es tu nueva novia, también puedes ir a ver a tus hermanas a Bilbao y celebrar con ellas la fiesta del cordero, y lo mejor de todo es que puedes depilarte las cejas y nadie te va a decir nada- añadió guiñándole un ojo.

- ¡Si claro, todos son ventajas! No te digo…. Se me hace raro no estar allí y mira que paso calor, que las duchas no son igual, pero…

- Es normal Mali- toma la ensalada y llévala a la mesa- Echas de menos los mimos de tu madre, irte con tu padre y hacer de traductor para las rubias de las ONG, que nos conocemos… chinchar a tus hermanas, andar todo el día descalzo e imagino que no oírme también ayuda, ¿no?- y volvió a guiñarle el ojo.

- ¡Y tanto que ayuda! ¡Menudo descanso!- rió Mali.

- ¡No te quejes! Que este año es extraño para todos. Sabes que tu hermana tampoco ha podido venir y ella sí que lo necesita, tenía que pasar la revisión de la operación de cataratas del año pasado. Lo mismo en Diciembre ya se puede viajar y podemos ir los dos.

Iba a ser su primer verano lejos de la familia, al menos de la biológica. Comprendía las circunstancias aunque se rebelaba contra ellas, haciendo la vida imposible a Julia, que desde luego no tenía la culpa, pero era más fácil responsabilizarla de todos sus males: no podría volver a pisar el campo de refugiados hasta que la situación sanitaria mundial lo autorizase, ni su familia podría recibir paquetes, ni siquiera los más pequeños, como su hermana, podrían pasar los meses de más calor en España, como venían haciendo desde 1979 y como hizo él.

Mirándose las manos, recordó que fue su abuelo el primero en animar a su madre para que él viniese a España los meses de Julio y Agosto durante tres años y más tarde cuando llegó el momento de elegir, que se quedará también a estudiar durante el curso escolar. Ahora estaba terminando formación profesional de Técnico de laboratorio.

En su futuro no veía más desierto que el del anillo de su abuelo.



jueves, 2 de julio de 2020

HYSTERIA

-Nosotros que somos criaturas de frontera tenemos un compromiso ético y moral con nuestras pacientes. Respetamos en gran medida la frontera visual para conseguir un tratamiento efectivo que alivie el insomnio, la pesadez abdominal, los espasmos musculares,  la irritabilidad e incluso la pérdida de apetito que muchas sufren. Nos preocupamos de su comodidad durante el tratamiento, desarrollando aparatos que contribuyan a ello. Déjenme que les muestre tras esta breve presentación, nuestra última innovación.
Esa noche en el club de caballeros de Londres, el silencio era un asistente más a la reunión anual del colegio de médicos. La convocatoria había tenido gran éxito, el orden del día presentaba los últimos avances en el tratamiento de la gota y la disertación con  demostración incluida, del joven Dr. Mortimer sobre histeria femenina.
Al acabar su ponencia descorrió las cortinas, dejando a la vista de todos un diván tapizado en rojo carmín y sobre él, una especie de teatrillo de guiñol, con las cortinas a juego.
En el silencio de la sala, las palabras del Dr. Mortimer retumbaron.
        -Y ahora tal y como les expliqué, trataremos a una de nuestras pacientes ante ustedes, que estará cubierta con una máscara, para preservar su intimidad y a la que llamaré Molly. Se giró hacia atrás- añadiendo: - Molly cuando quiera, estamos esperándola.
        Las carcajadas se oyeron en todo Londres, la paciente portaba una máscara de la reina Victoria, extremo que recogerían todos los periódicos de la ciudad y pondría en un aprieto al joven doctor, pero esa es otra historia.
        Una Molly desorientada tropezó con el diván, provocando todavía más hilaridad.
        -Tranquila querida,  en unos minutos estará de lo más relajada, ya lo sabe- le dijo en voz baja a la paciente, mientras colocaba de nuevo entre el diván y la paciente, el pequeño cortinaje extra.
-Caballeros, modérense- pidió Mr. Mortimer en sucesivas ocasiones hasta que las risas se fueron apagando. Con el silencio de nuevo presente, el doctor continuó sus explicaciones.
- Déjenme decir que con nuestra invención, ya no es necesario el uso de aceites ni la manipulación manual, y ahora si me lo permiten pediré al personal de este solemne club que encienda las velas que se encuentran en sus mesas, para poder dar a esta prueba empírica la intimidad necesaria.
Esperó a que la sala quedará en penumbras para añadir: En unos minutos comenzará el tratamiento, ruego guarden silencio para que pueda escuchar las indicaciones que me de Molly o las que le dé yo.
-Querida respire hondo, notará como sitúo la bola en la zona a tratar- dijo en voz baja a la paciente, para añadir en voz alta: -Estimado colegas, procedo a colocar el lollipop en la zona problemática de la paciente, en unos minutos empezará a notar un ligero cosquilleo, y a medida que vaya presionando uno de los botones del mecanismo, que con gusto, les mostraré a cada uno de ustedes a la finalización, la paciente irá transitando por diferentes estados hasta alcanzar lo que denominamos paroxismo histérico.
Molly recostada en el diván, se acomodó el cojín en la parte baja de la espalda. Y enseguida notó el frescor entre sus piernas y las abrió un poco más para facilitar al doctor su intervención. En la consulta apenas había durado unos minutos, pero con tanto público no sabía cómo respondería. Se tranquilizó pensando que no conocerían jamás su rostro.
-Y ahora señores comenzaré con una suave vibración que iré intensificando a señal de la paciente, hemos acordado que la mano derecha será más intensidad y la izquierda menos.
En un instante Molly sintió como el cosquilleo entre las piernas iba en aumento, alzó la mano derecha, suspiró profundamente y se hizo audible, volvió a levantar la mano esta vez jadeó, repitió la operación y con voz entrecortada se oyó: Oh my god!  Come on, come on, more doctor. Su cuerpo empezó a temblar, elevó sus nalgas y nuevamente la mano y un sonoro yes llenó el club, apenas habían pasado trece minutos.
Los aplausos de los asistentes se unieron al paroxismo histérico de Molly en un final inaudito en un club de Londres.

viernes, 12 de junio de 2020

PONTE MIS ZAPATOS


PONTE MIS ZAPATOS

El día amaneció lluvioso y a pesar de ello, la mayoría de puestos del Rastro mantuvieron su cita del domingo.  La tienda a esa hora no estaba muy concurrida. Un sinfín de cachivaches se extendían por el suelo y paredes, solo en las perchas estaba la ropa ordenada por colores.

La venta de ese maremágnum se destinaba a la investigación del síndrome de piel de mariposa, una enfermedad genética que hace que tengas la piel tan sensible como las alas de mariposa, de ahí su nombre.

Suele ocurrir que en todas las despedidas, son los objetos los que te siguen uniendo a las personas de las que de manera voluntaria o involuntaria (muerte) se alejan de ti. Darles una segunda oportunidad a esos objetos es una forma de liberación en el primer caso o de apego a los que se han ido en el segundo.

Entró con una gran bolsa y al hacerlo sonó un tintineo de cascabeles para avisar a las voluntarias  que a esa hora estaban en la trastienda. Había llevado los trajes de chaqueta de su padre, las camisas de vestir, cazadoras de todas las tallas que había tenido y sus últimos zapatos. Los donó a la tienda, sintiendo una punzada de arrepentimiento… sólo eran objetos, pero eran suyos! Algunos todavía conservaban su olor.

Se quedó merodeando por la tienda, le costaba decir adiós a sus cosas, tanto como le costó darse cuenta de que no podría volver a oír su voz. Se entretuvo en la cesta de libros, luego revolvió sin ganas las perchas y sopesó la compra de alguno de los bolsos expuestos en las estanterías.

El tintineo de la puerta volvió a sonar, un hombre de unos cuarenta y cinco años, con un paraguas medio roto y unas gafas llenas de gotitas entró. Saludó con acento francés y se acercó al mostrador a preguntar si había entrado algo nuevo.

Y la magia de la comunicación no verbal se hizo patente. Una de las voluntarias la miró, ella asintió, a su vez la voluntaria asintió con la cabeza al hombre e hizo un ademán con la mano para que esperase. Se metió a la trastienda y sacó las bolsas de ropa y zapatos que esa misma mañana ella había donado.

El salió de la tienda, con las gafas secas, zapatos nuevos y un par de pantalones y la promesa de venir a por más. Ella salió con una gran sonrisa y  la certeza de saber que las suelas de su padre todavía andarían muchos kilómetros y sus pantalones andarían de nuevo por el centro de Madrid que tanto le gustaba y el plus de colaborar con un síndrome tan jodido como bonito su nombre.


viernes, 22 de mayo de 2020

EL CAZADOR


EL CAZADOR


   Habían sido muy persuasivos con sus argumentos y explícitos con las consecuencias. Una vez hecho, Jan recibiría su insignia.


   La insignia significaba una vida con sueños para su clan y no conseguirla suponía su eliminación.

   No era justo y no tenía opciones. Firmó los documentos, autorizando la intervención de su iris. Una cámara de visión nocturna ocuparía el sitio de su pupila, también podría hacer fotos, los mandos se insertarían bajo sus cejas. Su manejo era sencillo. Sólo debía tener cuidado y aplicar suero cada quince días para limpiar ojo y objetivo.


   El entrenamiento duró semanas, en las que le enseñaron a manejar el dispositivo, también las labores de identificación y localización de los sujetos más aptos a los que robar sus sueños. El nuevo gobierno estaba decidido a erradicarlos, el escuadrón de cazadores cada vez sumaba más integrantes, ninguno de ellos voluntarios.

   La exterminación de sueños empezó por los más pequeños, Jan durante el día localizaba a los infantes y por la noche esperaba a los pies de su cama hasta que entraban en fase rem. Era justo en ese momento, cuando su ojo biónico captaba y guardaba las ensoñaciones. A pesar de sus buenos resultados, la insignia nunca llegaba. Estaba harto. Jan sopesó las ventajas e inconvenientes y actuó con precisión quirúrgica, usó el aguijón metálico de uno de los guardianes abatidos y lo clavó en el tanque de sueños.

   Con la orden de busca y captura emitida, Jan abandonó el clan.


viernes, 15 de mayo de 2020

ELLA








   Unos amigos le habían hablado muy bien de ella, constantemente ponía excusas para conocerla, todavía se estaba lamiendo las heridas de su última relación. Al final y sólo por no oírlos, llamó. La charla fue agradable, enseguida se organizó el modo en que se conocerían, ella iría a su casa.

   De eso ya hacía un mes, nunca había sido ¡tan feliz! La convivencia fluía,  en ese tiempo jamás salió un no de su boca y siempre accedía a sus deseos. Quiso agradecerle tanta atención y preparó un picnic. 

   La primavera temprana había hecho su aparición y bajo la sombra de un par de árboles cercanos, extendió la manta y sobre ella la ensaladilla de cangrejo y la sandía troceada.  

   Parecía estar disfrutando de la sorpresa. A pesar de que sol no le sentaba nada bien, no dijo nada. El líquido de la sandía dio color a sus labios, semiabiertos y duros, una de las pepitas se quedó en su mejilla y él con sumo cuidado se la quito. 

    Después de comer, sacó el termo con café y brindaron en vasos de plástico, preámbulo de una siesta ardiente. Una a una le fue quitando las pepitas de sandía de la espalda, con algunas tuvo que aplicar energía extra, el sudor de la siesta las había solidificado. La desinfló, le pasó un paño borrando los restos de comida y fluidos; y la volvió a meter en la caja, hasta su próxima cita.

viernes, 8 de mayo de 2020

UN HOMBRE MORENO



   Esta semana, la propuesta consistía en escribir sobre un hombre moreno, uno pelirrojo y otro rubio,  casi como el color de pelo de cada una de nosotras, ergo, me ha tocado el moreno. 
   Y por arte de birliborque, apareció ante mi ese hombre: moreno, obvio, ojos color miel, raya pintada y melenon, todo ello acompañado de un cuerpo atlético, vestido con pantalones bombachos y casacas de pecho abierto. Pensé que tenía el personaje perfecto, un hombre guapísisimo al que le haría surcar los mares, para que su melena ondease,  también le convertiría en pirata pero de los buenos, de los que solo luchan contra los ingleses, y claro como todo buen pirata que inspire temor le daría un sobrenombre, uno bien potente, un "tigre", sí, sería El Tigre, pero... ¿dónde transcurría la historia? y usando la fórmula dedo en globo terráqueo y voilá apareció Malasia.
   Tan contenta estaba con mi personaje que me lo llevé a la cama...¡cuidao esos malos pensamientos, que lo hago con todos! sólo para imaginar las aventuras que le haría vivir y de repente me habló:
    - Hola guapa, hace mucho tiempo que no nos vemos, pero ya nos conocemos y no puedes escribirme porque ya existo. Lo se, una pena, que un cuerpo con este, con esta carita y estas aventuras, sólo quede para el recuerdo de jovenzuelas (ejem, ejem) escritoras.
     Me desperté asustada y cabreada, ¿qué significaba aquel carraspeo al referirse a mí? Respiré profundamente y entonces caí: ¿Os acordáis de Sandokan?




sábado, 25 de abril de 2020

DIA DEL LIBRO

     Con motivo del día del libro, una amiga nos ha propuesto un ejercicio, que me ha gustado mucho, elegir tres libros y luego escribir algo relacionado con ellos. En mi caso mi elección fue: Los aires difíciles (Almudena Grandes), Permafrost (Eva Baltasar) y La novia gitana (Carmen Mola) y ahí va el resultado.


23 DE ABRIL


     Enorme se veía la playa sin gente, las olas tenían una belleza que fascinaba, probablemente porque ningún bañista impedía su recorrido. A las doce de la mañana, andar por una en la costa gaditana, era un buen motivo para que la policía llegase. Necesita pisar la arena, sentir el calor acumulado en los primeros días de la primavera para alejarse el permafrost en el que vivía. La situación era cada vez más complicada. 

   La convivencia era fría, apenas se dirigían la palabra, lo que antes eran insultos y gritos había pasado a silencios densos y esto todavía le daba más miedo. Se sentía pisando una fría capa de hielo, que cualquier día cedería bajo sus pies y acabaría con ella en el hospital otra vez. En la lucha se manejaba bien, solía pagar con la misma moneda al capullo que su padre eligió como marido. Le humillaba en cada comentario mientras él usaba la mano. Las fuerzas no estaban igualadas, a ellas le duraban las marcas varios días y él, él se hacía cada vez más pequeño y cuando ocurría se permitía el lujo de sonreír, para dentro, aunque a veces se asomaba a la comisura de los labios y entonces inventaba excusas para salir de la casa y hacerlo sin miedo.

    El silencio era nuevo para ella. Un alto el fuego, para seguir recibiendo un plato caliente todos los días y no preocuparse de salir a la calle, que fuera ella la que se ocupara de traer la comida, de respirar el aire de otros.

    Cuando entró en casa volvió a sentir el frío bajo sus pies, ¿cuanto duraría así? De camino a la cocina, vio en la mesa del comedor fotos de su boda. Ni se inmutó. Sacó de la bolsa, las cosas que le habían dado en la parroquia y se entretuvo desinfectándolas. 

    Notó su aliento. El olor a anís la hizo apartarse. 
    -Mira qué felices estamos. Ven ¡dame un beso!
    -Déjame, o hoy no comes papas
    Siente cómo aprieta su brazo y la desplaza hacía él. 
   -¡Mira!, ¡mírate!, ¡la novia gitana más guapa!  

   No soporta el olor, le tiene tan cerca que apenas puede respirar y es en ese momento cuando sonríe frente a él, sonora y exageradamente, mientras le clava el cuchillo en el abdomen. Una vez y no pasa nada, una segunda y entonces sí, la sangre del que había sido su marido le calienta el cuerpo, cae desplomado y mira hipnotizada como el charco de sangre se va haciendo más grande, deshaciendo la fina capa de hielo que durante más de diez años ha ido creciendo bajo sus pies.

    Enorme se veía la playa sin gente, las olas tenían una belleza que fascinaba, probablemente porque ningún bañista impedía su recorrido. A las doce de la mañana, andar por una en la costa gaditana era un buen motivo para que la policía llegase. Esperó sonriendo.

CANCION DE CUNA





CANCIÓN DE CUNA 

     Desde que llegaste a casa, me sentí como una primeriza, miedosa de hacerte cosas que no te gustaran o que no pudiera entenderte y te miraba cada dos por tres para acostumbrarte a ti.

     Han pasado algunos meses, ahora ya estamos más acostumbrados el uno al otro, aunque te sigo mirando con frecuencia ¡no lo puedo evitar! Me gusta llevarte a odas partes, presumir de ti, enseñarte a todos y escuchar tus comentarios.

     Por las noches respeto tu descanso ¡ Gastas tanta energía durante el día! No paras ni un minuto quieto. Los dos acabamos agotados y merecemos una noche reparadora.

     Al despertarme, lo primero que oigo es el sonidito que emites, entonces pego un salto de la cama y voy a verte.

     Una mañana más tu alarma me despierta, te tomo con cuidado y apagó tu sonido. Te desenchufo y ya no nos separamos! 


viernes, 17 de abril de 2020

KINTSUGI


KINTSUGI


Eran días extraños para todos, obligados a descubrir de nuevo sus casas y sus cosas.  Ordenando uno de los armarios, apareció.  ¿En serio? ¿Después de tantos años apareces?- Ven, ven conmigo que te voy a quitar el polvo y te voy a dejar como nuevo.

       Lo colocó encima de la mesa del comedor, con tanto mimo, que no evitó que uno de los bordes se rompiera. ¡Vaya mierda! Hay que joderse, aguantas tres mudanzas por lo menos y ahora que te vuelvo a encontrar te jodo!

Sé lo que estáis pensando, y sí, durante esos días, estaba permitido hablar con los objetos.

Allí estaba,  sobre la mesa del comedor valorando los daños y realizando la autopsia de su objeto más preciado. Además de la rotura del borde, también había aparecido una fisura en uno de los lados del cuenco que había rescatado de casa de su abuela, antes de que la tirasen abajo. El desánimo era un habitante más en esos días y se acentuó al ver estado en el que había quedado.

Salió a fumarse un cigarro, le gustaba la sensación de relajación irreal que le aportaba. Entró de nuevo y vio el cuenco, le costó aceptar que no volvería a ser el mismo. Como si se tratase de la Magdalena de Proust, se activó su memoria visual y aparecieron los cántaros, donde su abuela guardaba el embutido con grapas de hierro artesanal, que corrieron la misma suerte que su cuenco. En esta ocasión no le servirían grapas, demasiado grandes para un objeto tan pequeño. Un buen pegamento y te dejo como nuevo, ya verás.

 El adhesivo no dio buen resultado, debía estar caducado, si es que esas cosas lo hacían o quizás fuera la loza ¡Demasiadas historias en tus poros, seguro que es eso!

Hasta que buscando en la red dio con un tutorial. No tenía polvo de oro, aunque ideó algo amarillo con la cera infantil rescatada del fondo de un cajón.

Viendo el resultado, concluyó que lo importante fue el tiempo que se había empleado en repararlo. Embelleciendo sus grietas con el amarillo infantil, dejando un cuenco que mostraba orgulloso sus heridas.

¡Ya estás listo, no has quedado nada mal, diferente y raro, pero muy guapo. Ale, al salón, que te vean todos!.

Y allí se quedó, testigo de los nuevos tiempos que vivían los habitantes de la casa, heridos y frágiles también, usando nuevas rutinas para volver ser los mismos y mostrar sin miedo sus flaquezas, abiertos a una realidad distinta.

jueves, 16 de abril de 2020

ZOOM

    

 
 

Un amigo le pasó el enlace. Nunca había probado tal cosa, el aburrimiento decidió por él y le dio clic a la hora convenida, apareciendo en su portátil varias celdas, donde sobre colchonetas, se intuían pequeños budas sentados, enfundados en ropa deportiva, tan diferentes entre sí que sonrió pensando que no desentonada con el resto. Tomó la palabra una de esas pequeñas celdas y fue explicando cada uno de los ejercicios y los beneficios que producía, "ya sabéis, destinado a fortalecer el sistema inmunológico, tan necesario en estos días", frase que repetía después de cada ejercicio, como si de un mantra se tratase.

 

    Atendió durante la mayor parte de la sesión y se sintió satisfecho, hasta que otra de las pantallas tomó la palabra para explicar que les acompañaría en la relajación final. Aconsejaba echarse una manta por encima, ya que solía bajar la temperatura corporal durante la misma. Siguió las instrucciones: acomodó un cojín bajo la cabeza, para descansar las cervicales, una manta para taparse de pies a cuello e intentó seguir, sin éxito, las pautas para ir relajando cada parte de su cuerpo, aunque éste tenía otros planes.

 

     No cerró los ojos cuando se lo indicaron, no podía concentrarse en las sugerencias que iban recibiendo todos los participantes, en ese momento su corriente sanguínea estaba ocupándose de la zona de su entrepierna.  Adivinar diferentes cuerpos abandonados al relax, casi inertes, le produjo un morbo desconocido para él. Aguantó inmóvil intentando retomar la atención de su cuerpo, pero éste era independiente, notó que su pantalón empezaba a apretarle. Echó un vistazo a la pantalla, todas las celdas proyectaban cuerpos con los ojos cerrados. Acercó su mano, debajo de la manta al pantalón, empezó a tocarse, le excitaba la nueva sensación de estar con gente desde la intimidad de su casa y oculto tras la manta. Se bajó el pantalón, tan despacio, que todavía se excitó más. Liberado por fin, el roce de la manta activó más aún su erección. Aguantó un poco más inmóvil, colocó estratégicamente una de sus piernas para poder tener un acceso cómodo sin hacer sospechar al resto de participantes, lo que ocurría. Su mano se deslizó de nuevo, hasta su ingle, allí comenzó a acariciarse con tranquilidad y un ritmo suave, que poco a poco fue aumentando. Se revolvió debajo de la manta, un par de veces más, hasta caer rendido y satisfecho, uniéndose al resto de los integrantes de la clase en una verdadera relajación final. Todos se fueron desconectando, no sin antes dar las gracias por la clase que habían recibido. Onán fue muy entusiasta en su despedida. 

 

     Su amigo le mandó un whastapp: ¡Cuánto me alegro de que hayas disfrutado tanto el yoga, como yo lo hago! Al leerlo no paró de reír en toda la mañana.

sábado, 25 de enero de 2020

AMADEO GYM




   Es curioso cómo el cuerpo ya no se acuerda de uno y tan sólo hace un mes que ya no voy al gimnasio. Me había sucedido otras veces, la vacaciones suponen un parón en mi rutina deportiva y retomarla cuesta...aunque esta vez es diferente. ¡No soy el mismo!

   Como todos los años, después de comprobar mi cuadrante: soy bombero, solicité mis moscosos para hacer lo que más me gusta: correr triatlones. Y para poder hacerlo, me sacaba un sobresueldo como comprador misterioso (así nos llaman) de artículos deportivos de una conocida marca,  que luego testaba. Así podía pagarme los desplazamientos de las competiciones.


    Mi primera compra fue una bicicleta de fibra de carbono, famosa por su poco peso. Cuando sales del agua con los músculos en tensión y tienes que subirte a la bici, interesa que sea lo más ligera posible y a la vez con la suficiente fortaleza para tirarla al llegar a meta y ponerte a correr como un loco, sin que la bici sufra desperfectos. 

   La compra ocurrió sin incidentes, no tuve ninguna queja en el trato y el dependiente fue amable, respondió a todas mi preguntas e incluso me aconsejó sobre un modelo superior y por ende más caro (en mi informe se vería reflejado expresamente).

   Al llegar a casa envié el informe y preparé la ruta para el día siguiente. Consulté la aplicación más descargaba entre deportistas y no tanto... para ver la duración y exigencia de la ruta. Elegí el Puerto de los Leones ¡un clásico!

   No me acordaba de que se hubiera convertido en un circuito para vehículos de gran cilindrada, de empresas que se dedican a alquilárselos a los infelices que no podíamos tener un Ferrari y Maserati.

   En las primas curvas noté que la bici se agarraba bien al asfalto (eso siempre da buena puntuación) y apenas sentía la vibración de los lamborghinis, porsches y otros italianos. Fue en la bajada hacía El Escorial donde tuve el accidente ¡Qué rápido ocurrió todo! No sé si fue la luz que se reflejaba en la cúpula del Monasterio a esa hora o el alerón del Maserati que me rozó o el fulgor de la aparición de la Virgen en su prado, el caso es que acabé con la fibra de carbono metida en las costillas y con mi carrera deportiva y profesional.

   El resultado fue mortal. Tuve que cambiar toda mi existencia.

   Ahora tengo otro trabajo que me permite seguir en forma, aunque con menos intensidad, no me quejo. Los fines de semana me los paso en la bajada del Escorial, con mi traje de ciclista, haciendo parar a los vehículos de gran cilindrada, a las furgonetas de monjes y todos los que llevan la pegatina de la Virgen. Con la excusa de necesitar rueda nueva, me bajan hasta el pueblo.... tiempo más que necesario para explicarles los peligros de la velocidad, la importancia de la prudencia en las curvas y de cómo se puede acabar siendo un fantasma bombero.

miércoles, 3 de abril de 2019

EL CORONEL


EL CORONEL

        La evidencia le despertó de madrugada: - No tengo a nadie que me cocine. Después de casi cuarenta años de matrimonio, había firmado esa misma mañana la demanda judicial de divorcio. Su segundo pensamiento fue: ¿qué putas hierbas utiliza?, detalle vital que no había sido tenido en cuenta en la citada demanda.
        Ya no pegó ojo. Bien temprano se colocó su traje de pana  blanco y su corbatín negro, se encaminó a casa de los Virkestaff para buscar soluciones.  Dan le recibió con el batín de seda todavía puesto y confirmó su temor:- No hay nada que hacer. Ya sabes que no se incluyó en la demanda. El secreto es de la cocinera. Le dejó con la palabra en la boca.
        Al llegar al restaurante que todavía permanecía a su nombre, se fijó en ella, era menuda y más joven, respiró aliviado y se dijo: Ahí tengo lo que buscaba. Se llamaba Claudia y era la ayudante de cocina.  La cortejó sin descanso hasta que finalmente contrajeron matrimonio enamorados como adolescentes. El coronel sólo le puso una condición en el acuerdo prematrimonial: ella le dictaría en la noche de bodas el nombre de cada una de las hierbas que usaban para su empanar el pollo.
        El coronel  las anotó cuidadosamente en un folio, puso la fecha y lo firmó para continuar jadeando y sudando en su noche de bodas.   Ese folio se convertiría en la receta secreta original de un famoso pollo americano.



viernes, 30 de noviembre de 2018

LA EX DE ADAN



COCINA

Fue repentino, la idea vino mientras se depilaba el bigote. Ya tenía nombre artístico: la ex de Adán. Siempre se imaginó este momento con más glamour, pero la vida es caprichosa.

Tenía nombre artístico y le parecía brillante. Ahora sólo había que buscar una disciplina artística donde repuntar, para hacer uso de su alter ego. Probó como youtuber, pero no tenía frescura al editar los videos. También como instagramer, aunque no acababa de enfocar bien las cosas J. Se pasó luego a tuitera … ciento cuarenta caracteres eran pocos para expresar su vena artística y lo de bloguera ya le parecía casi vintage.

Descubrió que tenía que probar otros medios. Y viendo el solar enfrente de su casa, tuvó una idea. Probó como grafitera y ahí es donde cosechó sus mayores éxitos.

“El primero nunca se olvida” decía en todas sus entrevistas ¿Quieres que te diga lo que ponía?- añadía cada vez que le hacían la pregunta de cómo empezó. Y con una sonrisa, pedía un folio y reproducía de nuevo su grafiti.

Más que grafitis lo suyo eran haikus de barrio:

PURA MATEMATICA:
¿Eva se separó de Adán?
No tenía ni idea. Aunque es obvio
Cómo si no, nos poblarían.

COCINA:
Pinchas, en tu interior siempre
aunque tus formas sean sinuosas y suaves
no nos engañas más: cuchara

miércoles, 28 de noviembre de 2018

SIGILO


SIGILO 

    Monique me avisó. Sabía que estaría esperándome a la salida del taller, aún así me hice la sorprendida.  

   - ¡Oh, qué alegría André! No te esperaba ¿Quieres que vayamos a dar un paseo?
   
    - Prefiero ir al café de la Alameda, Colette. Necesito decirte algo.

    - Ah sí, claro ¡me gusta mucho su limonada!

   Uno al lado del otro, a una distancia prudencial, para compensar la poca que existe entre ellos en sus encuentros, se dirigen hacía la alameda. Collette está ansiosa por compartir la noticia, piensa que será un buen lugar, mientras tanto hablan de los encargos del taller y de los nuevos patrones que han llegado. André le contesta con monosílabos,  también quiere llegar al café para estar más cerca y decir lo que tanto le pesa.

   Los dos entran en el establecimiento, a esa hora no hay mucha gente. -Tengo que decírselo cuanto antes- piensa- enseguida todo será algarabía. Y con una sonrisa amplia pide la limonada de la casa.

   André en cambio pide un vaso de vino caliente, necesita atemperar el cuerpo.

   - Y bien, Collette, quería decirte...- Ella le interrumpe feliz. 

 -Espera, déjame a mi primero, yo también quiero decirte algo... Y aplastando con sus manos las chorreras de la chaqueta a altura de su ombligo le susurra- ¿te lo puedes creer?

  André se enciende la pipa, mira para otro lado y dice bajito al infinito: Mi mujer está embaraza, no puedo hacer nada ya.

martes, 2 de octubre de 2018

LA MODELO


LA MODELO
Interpretando a Hermès
¡Nunca imaginé algo así en mi trayectoria como modelo!

Empecé siendo muy joven, casi una niña. Digamos que soy una modelo de manual: cumplí el sueño frustrado de mi madre. De su mano fui a los primeros castings, a las primeras agencias y supervisó todos mis books fotográficos menos el último.

Había hecho varios trabajos en Francia y mi nombre empezaba a resultarles familiar, a pesar de no ayudar mucho la eñe de mi apellido que mantuve, una vez más por mi madre. Decía que me daba un toque exótico. De mi padre había heredado su apellido peruano Ñancu, sus ojos color miel y su facilidad para desaparecer.

        -Clara, los del dios alado quieren hacerte una prueba. Están buscando a alguien racial y con una preciosa melena. Creo que encajas- era la voz de mi agente en mi contestador.

        Esa misma tarde le llamé para confirmar el lugar y la hora del casting. A continuación me lavé el pelo a conciencia, me puse la mascarilla de aceite de jojoba y me presioné los puntos de acupuntura para lucir más radiante. No llamé a mi madre, quería vivir la experiencia de una gran marca yo sola.

        Acudí puntual a la cita y fueron exquisitamente amables. Una vez hechas las presentaciones, el maquillador mimó mi piel, el peluquero extrajo más volumen a mi melena y la estilista eligió el atuendo para la sesión fotográfica.  Durante el shooting  fui algo traviesa con los complementos que me faltaban, el fotógrafo estaba encantado con mi naturalidad y frescura,  al menos es lo que no paraba de decirle durante toda la sesión. Salí más que contenta, estaba segura de que sería una gran oportunidad para mi carrera.

Pasadas una semanas, me confirmaron la elección de una de mis fotos para la publicación en prensa. Abrí nerviosa el ejemplar que me facilitó la marca. ¡Nunca imaginé algo así en mi trayectoria como modelo!

¿Dónde está mi melena? ¿Y mi cara?  ¡A la merde Hermès¡








P.D. Después de la publicación en mi blog, tuvieron la amabilidad de hacerme llegar uno.




jueves, 24 de mayo de 2018

METROPOLITAIN

¿Alguien se lee la letra pequeña? ....



METROPOLITAIN
-Disculpe, ¿está libre, verdad?- afirmó señalando la mochila infantil que ocupaba el asiento
-Sí, perdone-contestó colocándosela entre las piernas. ¡Pesan tanto las condenadas!-añadió
-Lo sé-sonrió con generosidad. La de mi hijo debe pesar unos diez kilos
        -Ésta- dijo señalando sus pies- debe andar por los cinco y ya me parece una barbaridad
        La megafonía anunció la llegada a la estación de “Madelaine”
-Aquí siempre sube mucha gente-continuó hablando. Seguramente tengamos que apretarnos-le avisó moviendo la mochila hacia él.
-Ya sabe, la hora del almuerzo. Además hasta Pigalle no la molestaré. Y le guiñó un ojo.
-¡Anda! Mi parada. A la sorpresa le acompaño una enorme sonrisa.  Y ¿a qué colegio dice que va su hijo?
- ¿Mi hijo? Al Liceo Verné-y acercó su pierna hacia la mochila.
- ¡Ah! Pensé que estaría en el Sacre Cour, que viviría en el barrio ¡Suposiciones que se hace una!
- No soy del barrio, pero me gusta mucho venir en metro. Sobre todo sentarme en este asiento ¿sabe a qué me refiero, verdad?- volvió a guiñarle el ojo.
Ahora se tocaban los hombros y podían percibir sus perfumes.
-Es un barrio muy animado, estamos encantados con el cambio...antes vivíamos más a las afueras-No paraba de hablar, estaba nerviosa, no sabía interpretar el guiño del viajero- ¿y dígame, por qué le gusta tanto Pigalle?
-¿Le puedo hacer una pregunta?-le contestó acercándose a su oído. ¿sabe en qué asiento está? ¿y lo que significa?- oía su respiración agitada
Apretando la mochila entre sus piernas contestó- Ah pues no tengo ni idea, ¿se refiere a la placa de asientos reservados?-  que yo sepa no está prohibido sentarse.
El viajero se rió maliciosamente y volvió acercarse todavía más- ¿no ha leído la letra pequeña?
-Pero ¿qué está diciendo?- La curiosidad la hizo reaccionar. Déjeme que vea lo que pone.
Se levantó del asiento, acercándose al cartel del vagón. Para cuando terminó de leer la letra pequeña, la megafonía anunció la parada de Pigalle. Con la mochila de su hijo entre las piernas y la mano del viajero en su cintura, supo que sería la primera y única vez que tendría una aventura. También que jamás volvería a subir en el último vagón de la línea 12.
-Entonces… a su casa, ¿no?-afirmó por última vez el viajero, agarrando la mochila y guiñándole el ojo, a la vez que el tren entraba en la estación.







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