jabón
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miércoles, 3 de noviembre de 2010

LO ECOLÓGICO

   He encontrado a mi asesino. Ha sido este fin de semana, en Madrid, en medio de vampiros, diablos y brujas importadas con pelo acrílico. Después de compartir unos martínis practicando italiano con un senegalés; unas cañas a un ritmo frenético; tomar unas tapas como si nos fuera la vida en ello; asistir a una lucha dialéctica, por algo que pasó hace mucho tiempo y no merece la pena reincidir; hacer entrega de unos gatos a la gatita más mimosa; descubrir con placer la buena conversación de mi comensal de enfrente y después de recibir un piropo de mi hermana.
  Allí estaba, ante mis ojos, posando para mí, con la timidez propia del que se siente observado, con los anillos que han visto la sordidez de los puticlubs de una ciudad de provincias, con sus uñas perfectas y una ironía sutil, oliendo a Memphis por los cuatro costados.  Es él, mi asesino, pero sólo por hoy.



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Os dejo su camisa, sus manos y su historia:

     - Sí, ahora que lo dices; sí, voy notando algo.......gracias....

Estas fueron sus últimas palabras, el crimen perfecto se había perpetrado. Nunca lo imaginé así, con esa ridícula simplicidad, a pesar de tener a priori todos los elementos que intervendrían en mi obra de arte controlados.

Señores, soy asesino por vocación; accedí a este oficio de manera intelectual, el gran Thomas de Quincey y su maravillosa obra “Del Asesinato considerado como una de las bellas artes”, han sido mis guías. Desde edad temprana leo con avidez la sección de sucesos buscando aquella acción que me traslade por su belleza a un plano superior. Además de estas lecturas, me he procurado una sólida formación en asuntos tales como medicina, química, criminología y psicología.... ciencias que me han permitido ahondar en el apasionante mundo de las pulsiones humanas llevadas a su máximo exponente: la muerte de un individuo ( en los animales no estoy interesado).

Tras años de estudio, he alcanzado la madurez necesaria para acercarme a este arte desde su práctica. He cruzado la frontera, y después de poner mis neuronas a funcionar, he hallado la solución o mejor dicho, el mayor placer para cualesquiera asesino que se precie: el crimen perfecto. No esos sujetos chapuceros que buscan notoriedad con sus malas actuaciones, carne de periódico y libros autobiográficos en los que buscan el perdón de la sociedad.

Yo no soy de ésos, yo busco la gloria en el anonimato. Saber que mi acción delictiva nunca podrá ser penada pues en su ejecución no existen pruebas de mi culpabilidad.

Cierto es que tardé años en dar con la solución a mi propósito, y gracias a mis estudios criminológicos, cayó la manzana, se encendió la bombilla y pasé a la acción.

Decidí que la víctima no debía tener ninguna relación conmigo, gracias a mi empatía no me costó ningún trabajo entablar contacto con ella; el paso siguiente era conseguir que ingiriese una solución química (cuya composición no desvelaré) con efectos vasodilatadores, relajantes y con resultado de muerte sin dejar huella en el organismo, consiguiendo que la víctima luzca un semblante de aparente felicidad y.... el toque final: de nuevo gracias a la química lo conseguía, sosa cáustica en una bañera y por arte de birli birloque, gracias a un proceso tan antiguo como la saponificación conseguiría mi éxito. La masa informe en la que se encontrarán el cuerpo dificultará enormemente su identificación y mucho más el análisis del mismo.

¿Cómo conseguir que alguien por su propio pie entre en una bañera? Mi fórmula por su efecto vasodilatador, en el corriente sanguíneo consigue aumentar la temperatura en el organismo, con el subsiguiente acaloramiento de la victima, de modo que desee fervientemente sumergirse en agua. Con el cuerpo en dicho elemento, se introduce en proporción de 4/5 partes del peso de la victima, sosa cáustica, dejándola macerar durante una semana, con una pizca de romero, (un capricho este último ingrediente y es que soy un sentimental).

Y el resultado final de mi asesinato, espectacular: la obtención de un maravilloso jabón hipoalergénico, con aroma de romero.

   Ahora ya puedo afirmar que no sólo soy un gran teórico de la muerte violenta sino que he contribuido con mi acción a figurar entre los grandes asesinos de la historia, por mi eficacia y por conseguir un resultado beneficioso para la industria cosmética, al crear el primer jabón sin principios alergénicos y con esencia de romero.

© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall