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viernes, 2 de noviembre de 2018

LOS HIGOS







LOS HIGOS


Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre. Entonces sólo había oído su lema: ”fértil el suelo, leal su pueblo” y los chismes del mal hombre que venía a buscar. Llegué de madrugada, el frio apretaba tanto que busqué refugio en el antiguo cafetal, el cansancio me venció.
Al despertar encontré una higuera entre los escombros del almacén. Tomé por instinto algunos higos mientras me encaminaba a mi destino. Empecé las averiguaciones y nadie supo darme noticia de él, lo más que le vieron dando el charrazo* en el sindicato de agricultores de café.
Con la promesa incumplida salí. Al pasar por la vieja fábrica pensé en arrancar parte de la higuera, al menos algo podría llevar ¡No fue fácil! Retiré parte de los cascotes, escarbé la tierra y descubrí con horror enredado en sus raíces un cadáver. Huí como correlón*.
En el noticiario de las tres lo oí. En el fértil suelo de Comala encontré a mi padre.


*Charrazo: Concepto utilizado en México para hablar de un líder de sindicato que, en lugar de buscar el beneficio de sus compañeros trabajadores, obedece a los intereses de la empresa y/o de las autoridades gubernamentales.
*Corralón: Que corre mucho.  Que se acobarda ante situaciones difíciles

jueves, 28 de abril de 2016

AMOR DE PRIMAVERA


¡Tenía tantas ganas de él! Hacía tiempo que no se veían y justo hoy volvían a coincidir.

Le recordaba igual de tierno y con ese olor tan penetrante que provocaba en ella una explosión termonuclear: la energía que se liberaba con sólo respirar su aroma era de tal intensidad que sus poros se abrían y sus vasos sanguíneos lo celebraban, otorgándole un bonito rubor en las mejillas y una coloración en los pezones, esto último él no podría verlo.

Él estaba caliente, era su estado natural. Todas sus citas ocurrían en el restaurante, pocas veces en casa. ¡Gozaba de un éxito arrollador! Sólo tenía que dejarse hacer, era ella la que le buscaba con su boca, la que apreciaba cada minuto que pasaba con él y la que daba sentido a su existencia.


Más que un amor de primavera era un rollito de primavera. 






jueves, 7 de abril de 2016

SUITE NUPCIAL



Mi éxito con las mujeres siempre fue relativo, en realidad nulo, mis amigos me apodaron "el penas". Pero eso acabó el día que fui al médico y no porque hubiese cura para lo mío, sino porque me pidió un análisis de sangre, padezco de exceso de hierro en sangre. Y conocí a Celia, la enfermera encargada de la extracción. Todo mi mundo cambió.

¡Era tan muy especial! Con su mirada penetrante te escaneaba y te hacía sentir la única persona del universo. Me solía decir con su voz susurrante: «Amor, sin ti yo muero» y nunca la creía. Pensaba que eran frases hechas de enamorados.

Sentía algo eléctrico cuando estaba cerca. Mi cuerpo respondía sin control a sus caricias. Su voz poseía un timbre íntimo, envolvente, metálico en ocasiones, que todavía recuerdo por las noches. Aprendí cada uno de sus recovecos, dibujé el mapa de sus lunares y lamí el único lunar que encontré en su anatomía. Era capaz de oler mi deseo, aunque estuviéramos separados.


Celia me comprendía como nunca lo había hecho otra mujer, me convirtió en el centro de su existencia, en su dios y señor. Y con mi falta de experiencia con las mujeres, sólo se me ocurrió pedirle matrimonio y prometerle que siempre contaría con mi sangre. Detalle que atribuí a su profesión. La ceremonia fue preciosa según me dijeron. A Celia la recuerdo radiante. Al besarla me dio un chispazo y no dudé en que eso era lo que llamaban la chispa del amor ¡Estaba tan feliz!


Ya en nuestra suite nupcial, con su voz susurrante y algo metálica me dijo al oído: «¡Amor, mira».  Lentamente fue quitándose el vestido, hasta quedarse tan sólo en ropa interior. Se dio la vuelta para mostrarme su espalda perfecta y señalando el único lunar, que yo había lamido tantas veces, se lo tocó. Oí un chasquido y su voz: ¡Esta soy yo amor! Celia fue retirando su piel para mostrarme las partes de su endoesqueleto. 

Era mi mujer ¿qué otra cosa podía hacer? Eso ocurrió el siete de agosto, en nuestra noche de boda, en plena celebración.


jueves, 3 de marzo de 2016

LA MASIA


Sábanas al sol los viernes, todos los viernes. Tendidas, se antojaban velas a punto de zarpar entre los naranjos que rodeaban la casa. Y las ventanas abiertas de par en par, respirando aire limpio para soltarlo por la noche entre jadeos. 

Peluquería los sábados, allí mismo, en casa. Los días claros, la mayoría, en el porche trasero y cuando la lluvia les saludaba, dentro. Y visita al mercado, ¡claro! Cada semana le tocaba a una bajar. Además de frutas y verduras, traían trapos, ropa interior y los encargos personales.

El fin de semana se llenaba de gente. No daban a basto para reponer toda la mercancía. Había mucho que hacer.

No estaba cerca de ningún sitio, pero todos sabían cómo llegar a la finca. En la entrada principal, habían dispuesto una zona de aparcamiento, muy rústica. Todavía conservaba intactas la rejería de los balcones de la fachada y las baldosas decoradas, el resto se había ido modificando. Una sucesión de pasillos lo habitaban.

Los lunes se colgaba el cartel de «Cerrado por descanso del personal». Entonces se podía oír el rumor del agua en la acequia cercana, algún tractor, el murmullo de las chicas hablando por sus móviles o jugando al sambori  en el porche trasero.

Los martes, la casa empezaba de nuevo a recibir visitas. Los miércoles se conocían como «noche oriental»  porque la mayoría eran chinos. Y desde que alguien inventó los juernes, era el día de más afluencia, incluso superaba la del fin de semana. 

       Y en esa sucesión de días, la masía seguía acogiendo y soportando cuerpos en busca de sexo y de vidas nuevas, según el lado de la cama que ocupasen.



viernes, 2 de agosto de 2013

Y TROPECÉ DE NUEVO CON LA MISMA PIEDRA...

   
   En el 2010 tiré una piedra, sólo por probar, por ver los círculos que era capaz de dibujar en mi vida entre letras,  por puro divertimento, por saber si era capaz, en menos de una hora de hilvanar un escrito donde el detonante fueran dos láminas de arte contemporáneo, a elegir a Kandisky.

   La historia me salió redonda, esa es la verdad. Me admitieron en el máster de narrativa. y estando lejos como estaba de la escuela, 360 km para ser exactos, llegué a plantearme coger vuelos mañaneros; encoger kilómetros y tiempo para llegar. La realidad se impuso y busqué otras alternativas que no funcionaron. 


   El año pasado volví a intentarlo, y esta vez fue el cambio de residencia la que lo impidió. Y cómo me gustan las piedras...y decía Ken Robinson, en su libro El Elemento, busco mi tribu, esa compuesta de piedras, que al igual yo, año tras año, tropiezan con el mismo deseo, vuelven a intentar que sus vidas y sobre todos cuentas bancarias ;-) les sean propicias para asistir al lugar donde les esperan sus iguales...

    Feliz Verano!

domingo, 20 de mayo de 2012

EL JARDIN DE LAS DELICIAS

Gracias K.
Un oasis encontré en mi cuerpo
donde plantar un jardín,
de tinta debía ser
para poder escribir sus frutos.

¿Qué tamaño elegir?¿este o ese? 
El que esté entre ambos-dijeron.
De sus manos,
a mi cuerpo,
de sus golpecitos rítmicos,
a mi jardín
de su labor,
a mi deseo.

Conté tu historia con pasión.
Ellos lo pidieron.
Tanta le puse que lloré sin control.
Fue el primer riego
de mi jardín
Sólo por el placer de tenerte
en mi cuerpo
con un fin.








© Historias de Eva, S.L.
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