jueves, 23 de julio de 2020

EL ANILLO




El anillo resalta sobre el color de su piel. Algo desproporcionado para unos dedos adolescentes. Le gusta mirarlo y recordar las palabras de su abuelo: “así siempre tendrás los amaneceres del desierto al alcance de tu mano”

-Venga Mali, pon la mesa que vamos a comer –gritó Julia desde la cocina.

Se levantó de la cama y arrastrando los pies por todo el pasillo, llegó hasta el comedor

-¿Qué te pasa hijo? Menuda cara traes! ¿Te duele algo?

-Me duele la vida- sentenció Mali.

- ¡Anda ya!¡Qué exagerado eres! Toma los cubiertos y los platos.

-Julia, en serio te lo digo. Me duele estar aquí contigo…bueno, entiéndeme..

- Ya sé que echas mucho de menos a tu familia, es normal, pero las circunstancias mandan. Además mira el lado positivo, tienes más tiempo para estar con esa chica nueva que te llama, que para mí es tu nueva novia, también puedes ir a ver a tus hermanas a Bilbao y celebrar con ellas la fiesta del cordero, y lo mejor de todo es que puedes depilarte las cejas y nadie te va a decir nada- añadió guiñándole un ojo.

- ¡Si claro, todos son ventajas! No te digo…. Se me hace raro no estar allí y mira que paso calor, que las duchas no son igual, pero…

- Es normal Mali- toma la ensalada y llévala a la mesa- Echas de menos los mimos de tu madre, irte con tu padre y hacer de traductor para las rubias de las ONG, que nos conocemos… chinchar a tus hermanas, andar todo el día descalzo e imagino que no oírme también ayuda, ¿no?- y volvió a guiñarle el ojo.

- ¡Y tanto que ayuda! ¡Menudo descanso!- rió Mali.

- ¡No te quejes! Que este año es extraño para todos. Sabes que tu hermana tampoco ha podido venir y ella sí que lo necesita, tenía que pasar la revisión de la operación de cataratas del año pasado. Lo mismo en Diciembre ya se puede viajar y podemos ir los dos.

Iba a ser su primer verano lejos de la familia, al menos de la biológica. Comprendía las circunstancias aunque se rebelaba contra ellas, haciendo la vida imposible a Julia, que desde luego no tenía la culpa, pero era más fácil responsabilizarla de todos sus males: no podría volver a pisar el campo de refugiados hasta que la situación sanitaria mundial lo autorizase, ni su familia podría recibir paquetes, ni siquiera los más pequeños, como su hermana, podrían pasar los meses de más calor en España, como venían haciendo desde 1979 y como hizo él.

Mirándose las manos, recordó que fue su abuelo el primero en animar a su madre para que él viniese a España los meses de Julio y Agosto durante tres años y más tarde cuando llegó el momento de elegir, que se quedará también a estudiar durante el curso escolar. Ahora estaba terminando formación profesional de Técnico de laboratorio.

En su futuro no veía más desierto que el del anillo de su abuelo.



lunes, 20 de julio de 2020

EL AÑO DE LOS PUZZLES



    
     Como si fuera un personaje de Lorca, en la Casa de Bernarda Alba, llevo estos últimos años viviendo de puertas para dentro, y no de puertas para fuera como había acostumbrado. Me he dedicado, como se suele decir, en cuerpo y alma y como resultado, he logrado encajar muchas de las piezas que andaban sueltas en mi puzzle familiar.  


    Han sido años de mucho dolor y de mucho amor, el péndulo no sabía o no podía pararse en ningún punto entre los dos extremos. A fecha de hoy todavía sigue oscilando y es que ese es tu estado natural!.

    Quedan fichas por poner todavía pero las que conforman el limite del puzzle están, las que definen su contorno y te van guiando para continuar con el trabajo, esas se ven claramente. Sigo trabajando en las restantes, como si de un puzzle del más grande del mundo (según san google 42.000 fichas), ordenándolas por colores, formas, pasando a menudo por el tablero para ir descubriendo el hueco de alguna.

jueves, 2 de julio de 2020

HYSTERIA

-Nosotros que somos criaturas de frontera tenemos un compromiso ético y moral con nuestras pacientes. Respetamos en gran medida la frontera visual para conseguir un tratamiento efectivo que alivie el insomnio, la pesadez abdominal, los espasmos musculares,  la irritabilidad e incluso la pérdida de apetito que muchas sufren. Nos preocupamos de su comodidad durante el tratamiento, desarrollando aparatos que contribuyan a ello. Déjenme que les muestre tras esta breve presentación, nuestra última innovación.
Esa noche en el club de caballeros de Londres, el silencio era un asistente más a la reunión anual del colegio de médicos. La convocatoria había tenido gran éxito, el orden del día presentaba los últimos avances en el tratamiento de la gota y la disertación con  demostración incluida, del joven Dr. Mortimer sobre histeria femenina.
Al acabar su ponencia descorrió las cortinas, dejando a la vista de todos un diván tapizado en rojo carmín y sobre él, una especie de teatrillo de guiñol, con las cortinas a juego.
En el silencio de la sala, las palabras del Dr. Mortimer retumbaron.
        -Y ahora tal y como les expliqué, trataremos a una de nuestras pacientes ante ustedes, que estará cubierta con una máscara, para preservar su intimidad y a la que llamaré Molly. Se giró hacia atrás- añadiendo: - Molly cuando quiera, estamos esperándola.
        Las carcajadas se oyeron en todo Londres, la paciente portaba una máscara de la reina Victoria, extremo que recogerían todos los periódicos de la ciudad y pondría en un aprieto al joven doctor, pero esa es otra historia.
        Una Molly desorientada tropezó con el diván, provocando todavía más hilaridad.
        -Tranquila querida,  en unos minutos estará de lo más relajada, ya lo sabe- le dijo en voz baja a la paciente, mientras colocaba de nuevo entre el diván y la paciente, el pequeño cortinaje extra.
-Caballeros, modérense- pidió Mr. Mortimer en sucesivas ocasiones hasta que las risas se fueron apagando. Con el silencio de nuevo presente, el doctor continuó sus explicaciones.
- Déjenme decir que con nuestra invención, ya no es necesario el uso de aceites ni la manipulación manual, y ahora si me lo permiten pediré al personal de este solemne club que encienda las velas que se encuentran en sus mesas, para poder dar a esta prueba empírica la intimidad necesaria.
Esperó a que la sala quedará en penumbras para añadir: En unos minutos comenzará el tratamiento, ruego guarden silencio para que pueda escuchar las indicaciones que me de Molly o las que le dé yo.
-Querida respire hondo, notará como sitúo la bola en la zona a tratar- dijo en voz baja a la paciente, para añadir en voz alta: -Estimado colegas, procedo a colocar el lollipop en la zona problemática de la paciente, en unos minutos empezará a notar un ligero cosquilleo, y a medida que vaya presionando uno de los botones del mecanismo, que con gusto, les mostraré a cada uno de ustedes a la finalización, la paciente irá transitando por diferentes estados hasta alcanzar lo que denominamos paroxismo histérico.
Molly recostada en el diván, se acomodó el cojín en la parte baja de la espalda. Y enseguida notó el frescor entre sus piernas y las abrió un poco más para facilitar al doctor su intervención. En la consulta apenas había durado unos minutos, pero con tanto público no sabía cómo respondería. Se tranquilizó pensando que no conocerían jamás su rostro.
-Y ahora señores comenzaré con una suave vibración que iré intensificando a señal de la paciente, hemos acordado que la mano derecha será más intensidad y la izquierda menos.
En un instante Molly sintió como el cosquilleo entre las piernas iba en aumento, alzó la mano derecha, suspiró profundamente y se hizo audible, volvió a levantar la mano esta vez jadeó, repitió la operación y con voz entrecortada se oyó: Oh my god!  Come on, come on, more doctor. Su cuerpo empezó a temblar, elevó sus nalgas y nuevamente la mano y un sonoro yes llenó el club, apenas habían pasado trece minutos.
Los aplausos de los asistentes se unieron al paroxismo histérico de Molly en un final inaudito en un club de Londres.

© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall