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jueves, 16 de junio de 2011

TU PERDICION

   Todo empezó como un juego. Dos mentes inquietas tramando ideas. Primero fueron unos timidos apuntes en una libreta, luego un par de dibujos, apenas esbozados y más tarde ELLA hizo su aparición y todo cobró sentido. Bajo su forma, sugerente de por sí, se fraguó lo que hoy, se conoce en el sector como el Imperio de los Sentidos.

   Así eran como aparecían en google, al buscar sus nombres, una pequeña reseña de su historia empresarial que no ofrecía muchas pistas de lo que era su actividad, aderezada con una pizca de misterio que tanto les gustaba.

   De eso han pasado dos años. Dos años acompañadas de una maleta, un pequeño biombo y muchas risas. Hoy les entregan el premio a las emprendedoras del año.

jueves, 18 de noviembre de 2010

RASO

Cada cual que elija su color:



RASO
-Deja que tome distancia para verte....Estás preciosa-le dijo.
-Gracias...solo me he limitado a dejarme hacer-replicó ella, mostrando su cuerpo hábilmente cubierto por unas largas cintas de raso negro, en mitad del salón. Soy tu obra.
Se revolvió en la silla, aquellas frases y la entonación que usaba, le volvían loco.
Ella lo percibe, apenas le conoce pero sabe qué resortes tocar para mantener su pasión, la tensión de sus músculos y el brillo en sus ojos.
Semanalmente dejaban sus vidas, sus nombres y sus ropas en el vestíbulo de la calle Cruz, número 7, apartamento B.
Ambos admitían aquel juego inocente, que les permitía mostrarse con total libertad, no sólo con sus cuerpos sino con sus más íntimos deseos, un juego sin reglas, sin vencedores y vencidos.
 -Ven, acércate-dijo él.
-No, no iré. Todavía no.- Y mientras da vueltas a su alrededor, le dice en voz baja: Obsérvame, mírame, deséame, libérame de tu obra y seré tuya.
Comienza el juego. Él con sumo cuidado le atrae hacia si, buscando uno de los extremos de la cinta, que encuentra en el pie derecho. Lentamente va deshaciendo el camino, descubriendo con extrema lentitud su piel blanca. Se detiene, disfruta viendo el contraste del color en su cuerpo. Ahora busca en su pie izquierdo el otro extremo, avanza nuevamente hasta su cintura donde convergen las cintas. Se levanta de la silla y continúa explorando cada centímetro de la piel descubierta, alcanza sus pechos, se recrea en ellos,  les rinde tributo con su lengua,  sube por su cuello para deshacer con la boca el nudo de la nuca, los brazos quedan descubiertos al instante, el raso serpenteante cual confeti, cae a ambos lados. Ella todavía sigue inmóvil, sumida en un placer nuevo, el de la espera; mientras él recoge con devoción las cintas de raso.
        Ambos conocen de antemano el final...
-Deja que tome distancia para verte...Estás preciosa- le dijo.






© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall