juego
Mostrando entradas con la etiqueta juego. Mostrar todas las entradas

martes, 6 de marzo de 2018

DIEZ GRADOS




El olor se hacía insoportable, llevaba horas con la careta puesta. El peto mantenía sus senos apretados, el tórax a cubierto y el sonido del corazón amortiguado. La posición exigía de una concentración continúa y sus pies, algo anárquicos, sólo la lograban después de horas de asalto.


Durante su formación la habían entrenado para ese escenario, le habían explicado cuales debían ser las zonas a evitar y los puntos  que debía proteger. Y por supuesto las líneas de ataque, las que provocaban heridas leves y las otras.

En las manos unos guantes para evitar que el sudor tomase las riendas. Y en la prolongación de su muñeca derecha la espada, para más señas una ropera. Todo estaba listo, el juego de rol comenzaba.


jueves, 23 de junio de 2016

RITA Y ÉL.



-La ciudad ha muerto. ¡Viva el fútbol! Y seguimos contándoles minuto a minuto el comienzo de esta final de infarto- escuchó Manuel por los auriculares del móvil.
Rita y él habían quedado en la puerta del estadio. A Rita,  le importaba un carajo el deporte y mucho menos el fútbol, pero Manuel había sido tan insistente y tan embaucador, que no pudo resistirse. Además llevaban pocos meses saliendo y hasta ahora, habían hecho prácticamente lo que ella quería. Pensó que era hora de compensarle. A pesar de no soportar ir con un hombre, que estaba más pendiente de la radio que de ella, ¿qué eran noventa minutos en su vida?
Manuel saludó a los amigos. Rita estaba perpleja. ¡Todos eran iguales! Uniformados, se convertían en clones unos de otros: camiseta de España, pantalón corto, zapatillas deportivas, auriculares en la oreja derecha y una incipiente barriga. ¿De dónde sale esta gente?¿dónde han quedado los trajes y sus deportivos? ¿Y a Manuel, qué le ha pasado? si parece su padre, aparenta veinte años más. Rita está arrepentida y no deja de repetir a modo de mantra «noventa minutos, sólo noventa minutos»

Al otro lado del estadio Miguel busca una entrada de última hora. Había venido a la ciudad para participar en un programa de  televisión con la esperanza de encontrar a alguien del pasado.
Hasta el día siguiente, en que acudía al plató, no tenía mejor plan que el de intentar asistir al partido del año.
Uno de los amigos clonados de Manuel dijo que estaría dispuesto a pagar unos diez mil euros por una entrada. Rita no se lo pensó dos veces y le endosó la suya, mientras hacía carantoñas a Manuel,  diciéndole al oído: cariño, no te preocupes, disfruta con tus amigos, que luego lo haremos tú y yo, como toca, en el mejor hotel de la ciudad. Te esperaré por aquí, cielo., total, sólo son noventa minutos.

        Rita escapa de la bola humana que rodea el estadio y se da de bruces con un bingo. Piensa que es un buen día para probar y entra. Le indican que no es posible, no hay nadie para jugar, el partido les ha dejado de brazos cruzados. De nuevo en la calle se dirige a unos grandes almacenes que estaban cerca, aunque no eran sus preferidos haría el esfuerzo de gastar algo de dinero. ¡Fue imposible! ¡No vio nada que le gustara! Así que optó por unirse al enemigo, después de llamar al mejor hotel de la ciudad y reservar la suite, y ver el resto del partido en un bar cercano.
        Todos los bares de la zona están llenos, oía el avance del partido por los goles que salían a gritos. Eligió uno, avanzó entre testosterona hasta el final y se dedicó a observar. Una silueta le resultaba vagamente conocida, le hizo recordar su Cuba adolescente.
        Tan ensimismada estaba en sus pensamientos, que no le vio venir, no vio cómo se abalanzaba hacía ella, diciendo su nombre: Rita, Rita, ¿verdad que eres tú? ¡Qué alegría! Ven, déjame verte. ¡Estás tremenda, mi amol! Un goolllll interrumpió los abrazos y Rita reaccionó.
       - ¿Miguel, eres tú, Miguel? ¡ No puede ser, cuánto tiempo ¡ Pero…
Y entre goles, le contó que jamás pudo olvidarla, y al enterarse del programa de televisión que ofrecía segundas oportunidades, no dudó en contar su historia y encandilar a los productores, que le pagaron el viaje de La Habana a Madrid. Mañana tenía que reunirse con ellos para la primera entrevista.
Miguel llamó a la redacción y les contó lo sucedido. Le mandarían un chofer al Ritz, para llevarle a plató. Rita le hizo prometer que jamás vería el fútbol, mientras estuviesen juntos. No quería volver a enfrentarse a noventa minutos.
Desde la cama king size del hotel, no deja repetir: noventa minutos, noventa minutos.  Lo que dura un final. Pobre Manuel.



jueves, 18 de febrero de 2016

GOTA A GOTA



Madrid, a 25 de enero de 2.037

En la vida, las cosas son distintas según llueva o no, y las personas también, Alfonso siempre ha preferido la lluvia ya no sé si por gallego o por deformación profesional.
Recuerdo que ya te conté cómo nos conocimos, lo que no te expliqué, me parece, fue cómo nos convertimos en socios.
Dicen que tras la tempestad viene la calma y que no hay precipitación que dure cien años (¡ah¡, ¡no!, es "mal" ¿no?), bueno lo mismo da, confío que me entiendas. Ahora ya ha pasado el chaparrón, pero la calma la estoy buscando todavía. Los días se me hacen muy largos y mi cabeza no para quieta.
Alfonso, como buen gallego, estaba acostumbrado a convivir con cúmulos, borrascas, neblinas… en todos los aspectos de su vida. En la exposición “Calabobos” nos presentó un amigo común. Ah! Espera esto te lo conté ya, ¿verdad?  A veces pierdo la noción y es aquí, el tiempo mide más.
Te escribo esto y me digo ¡Cómo no me di cuenta de que con ese nombre ya barruntaba tragedia!  El caso es que congeniamos enseguida y esa noche acabó con una lluvia de ideas de lo que sería nuestro futuro negocio común: las apuestas.
Convertimos un negocio tradicional y con mala prensa, en algo novedoso por arte de Alfonso y patrocinio mío, y claro está en una manera excelente de ganar dinero en estos tiempos tempestuosos. Y es que a pesar de que los chinos eran los reyes de las apuestas deportivas, fuimos los primeros en copar el mercado con apuestas atmosféricas. Sí, ¡cómo lo oyes! ya se, ¡una locura!, pero funcionó. 
Bajo el paraguas de una sociedad de apuestas inversora, intentamos capear el temporal del desplome del parqué bursátil. Emitimos unos bonos (con cantidades que iban de 50 euros hasta 50.000) que dejamos en la nube, ya sabes que desde que se puso de moda en el 2015 su crecimiento fue brutal. A cada cliente le dábamos un mapa con unas instrucciones sencillas, de cómo situar sobre el mismo su inversión, a través de unas isobaras. De tan sencillo, parecía un juego de niños. Seguro que tú también hubieras caído de haber estado aquí.
      Apenas nos costó abrir mercado, el clima que se respiraba hace una década, propició nuestro crecimiento y la novedad que ofrecíamos  en un mercado con ansias de novedad, no se hizo esperar. La construcción, como recordarás, cayó a la velocidad del rayo, fulminando cualquier posibilidad de mejoría. Y la bolsa se ahogó en sus propios índices, los bancos dejaron de ser garantía para los pequeños inversores… supongo que te llegarían noticias de este panorama tan desolador.
    A nuestra subida como un spunik contribuyó de manera especial la publicidad del director que ganó el Goya en el 2025, ya no recuerdo su nombre, la verdad,  pero nos dio las gracias en su discurso, por haber recuperado la totalidad de la inversión apostando con nosotros. Publicidad en máxima audiencia. Eso fue un subidón estratosférico.
     Durante cinco años no tuvimos problemas, la afluencia de pequeños inversores era continúa. No teníamos problemas con la ley, no era una actividad incluida en los controles anuales que la agencia tributaria hacía como auditores. Ya sabes, que los casos de corrupción que se destaparon en el verano del 2030 cambiaron nuestro panorama y yo no lo vi venir, te juro que no lo vi, mi socio sí, tanto que desapareció, como un barco bajo la niebla.  Me quedé paralizado, ¿te lo puedes creer, conociéndome como me conoces?
        Nos cortaron el grifo, la clientela se precipitó a recuperar sus inversiones. Y ahí empezaron mis problemas. Con mi socio huido, yo sin reflejos y sin fondos (Alfonso se había llevado el fondo de garantía mínima que nos exigía la ley). La gota que colmó el vaso, fue su impunidad para convertirme en autor intelectual y material de la idea;  pasé de ser un brillante inversor a un estafador y,para colmo, estafado. Convertido en hombre de paja, y a merced de las inclemencias y trucos sucios del que fue mi socio…y en el preso más popular de la cárcel de Soto del Real.

        Desde aquí te escribo amigo y mientras lo hago, miro el cielo, no he perdido todavía la costumbre de apostar cuando caerá la próxima lluvia. A menudo sueño con tsunamis que arrasen todo y no dejo de oír el refrán que tanto le gustaba al gallego: "Mucho vuela el viento, pero más el pensamiento"


Oscar Lago.

jueves, 16 de junio de 2011

TU PERDICION

   Todo empezó como un juego. Dos mentes inquietas tramando ideas. Primero fueron unos timidos apuntes en una libreta, luego un par de dibujos, apenas esbozados y más tarde ELLA hizo su aparición y todo cobró sentido. Bajo su forma, sugerente de por sí, se fraguó lo que hoy, se conoce en el sector como el Imperio de los Sentidos.

   Así eran como aparecían en google, al buscar sus nombres, una pequeña reseña de su historia empresarial que no ofrecía muchas pistas de lo que era su actividad, aderezada con una pizca de misterio que tanto les gustaba.

   De eso han pasado dos años. Dos años acompañadas de una maleta, un pequeño biombo y muchas risas. Hoy les entregan el premio a las emprendedoras del año.
© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall