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martes, 13 de diciembre de 2011

POR UN PUÑADO DE SAL

    
    - Que quería sal, me dijo. ¡¿te lo puedes creer?! Yo todavía no me lo creo. ¡¿Cómo que qué hice?!Pues darle lo que me pedía...Cada vez que lo pienso, ¡No sé ni cómo paso!
   - No le des más vueltas, hija. Mientras no se vaya de la lengua. ¡nunca mejor dicho! y tu marido no se entere, ¡listo!
   - Por mi marido no hay problema, el pobre no se entera de nada. Venga, cielo, no te entretengo más, nos vemos mañana en el gimnasio.
   Cuando colgó el teléfono fue a la cocina, allí estaba el paquete de sal. Abierto todavía. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Hacía más de cuatro horas que se había ido y le había puesto su mundo patas arribas, por no hablar del escorzo de su cuerpo en el sofá. !Menuda excusa!, pensó. 
   Y se vio abriendo la puerta, yendo a la cocina, charlando mientras le ponía en un vaso la sal, enseñándole la casa, sentándose en el sofá mientras le decía el cutis tan bonito que tenía y le acariciaba el pelo, y luego se inclinaba hacia ella para besarla en los labios, en el cuello y esa lengua, !Dios! a la que no oponía resistencia mientras se abría paso entre sus piernas.
   Allí en el sofá, la vecina la hizo mujer.

P.D. Así se titula el microrrelato presentado y seleccionado en el III Premio de Microrelatos Eróticos Jeanne Traumnovelle, que hoy me han dejado en mi buzón. Me ha hecho mucha ilusión!
© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall