dedicatoria
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jueves, 11 de noviembre de 2010

DEDICATORIAS

   He vuelto a recuperar las fotos que hice de las miles de dedicatorias plasmadas en los libros que me han regalado, vale,vale sólo son cientos, ¡qué le vamos a hacer!. Y entre ellas, una de hace tiempo, que me sorprendió, por no recordarla y es que la poesía nunca ha sido lo mio. El libro, un clásico entre los clásicos: Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

   Y ahí va mi historia, para ti R., aunque no haya leído el libro.

EL AMANTE 

     -¿Qué pasaria si pogueres reescriure la teua uida?- Le dijo en su lengua aprendida de niño, acariciando cada una de las palabras y dejando que se enredasen en su cuerpo.
     No supo que decir. El solo hecho de pensar en sus consecuencias, la paralizó. Ella se quedó naufragando en la atmósfera del café. No podía articular palabra.
     Se limitó a ofrecer sus ojos permitiéndole entrar en los lugares donde sólo viven las sombras para que él pudiera contestar la pregunta, mientras el eco de la misma subía sigilosa por su pierna.

miércoles, 6 de octubre de 2010

LA CAJA DE PANDORA

   Estoy en casa, floja, medio drogada por la amoxilicina (o será efecto placebo?), el caso es que la Caja de Pandora se ha abierto, así sin más, de un día para otro, entre que hace una semana estuve moviendo muebles y hoy me han removido a mi, lo inevitable ha sucedido. Asaltan a mis ojos folios escritos con historias, ideas cogidas al vuelo en la libreta que E. me regaló en mi último cumpleaños, con el boli que un día me regaló J. y medio adormilada recupero fotos de otros tiempos. Ayer como estaba nerviosa, me dediqué a hacer fotos (si, es lo que tienen los móviles última generación) de las dedicatorias que tenía en muchos de los libros que me han regalado. Ayer empecé por la que más cariño tengo, quizás por eso mismo, por no tenerla. Y hoy, me apetece recuperar una de hace tiempo:conocidas de infancia, amigas de adolescencia y mujeres hechas y derechas hoy en día. Sigo sabiendo de ellas, por una "amiga,ex-amiga,amiga,ex-amiga,amiga,ex-amiga,amiga". Y me ha entrado morriña de cuando hacíamos cabañas en higueras, cuando nos peleamos con uñas y dientes con los chicos de la urba, cuando nos íbamos andando a Villa o en moto, haciendo unos cuantos viajes, cuando moneamos en el pilón (nunca un trozo de césped vivió tantas cosas), cuando íbamos descubriendo nuestro lugar en el mundo (si, lo sé, tiendo a la tragedia, eso si griega, que es algo más animada). Pues eso, que ahí dejo la muestra y quizás la miguita de pan, para que de nuevo vuelvan a estar en mi día a día.


   La Caja de Pandora tiene un efecto demoledor, de hecho creo recordar que la mitología griega la hace responsable de todos los males de la tierra, bueno, como existe San Google, podéis comprobar con un click si es así o no. A veces comparo su apertura, con la moda,!Sí! !Cómo lo ois! o acaso la moda no la meten en una caja, la dejan un par de años y !voilá! la vuelven a abrir y todo lo que allí se encontraba vuelve a la pasarela y si encima le añades la etiqueta "vintage",  te conviertes en lo más de lo más. Así somos, necesitamos tiempo para volvernos a fijar de nuevo en las cosas (peazo frase filosófica, eh?).


   Aquí lo dejo, no sea que el virus filosófico se manifieste bajo los efectos de la química.

martes, 5 de octubre de 2010

GUION DE UN CAFÉ

  
Mañana es un día importante para mí y tengo miedo. De camino a casa, me he acordado de ella, de cómo la conocí y cómo en tan poco tiempo pude aprender tanto de la vida. He recordado sus pestañas, sus ojos grandes, su acento extranjero y su palmera, esa que tampoco está, aunque si su recuerdo. Comparto su dedicatoria en las últimas navidades juntas y mi pequeño homenaje. 

GUION DE UN CAFÉ.
   Cámara fija en la barra de una cafetería de barrio medio, con decoración profusa, mesitas que invitan al almuerzo y a la charla de grupos de mujeres a la salida del gimnasio o de la compra, sorprendentemente limpio.

   Dos hombres hablan en una cafetería de la salud del ausente, sintiéndose aliviados de no ser ellos quienes sufran su dolencia, dando gracias a no se sabe qué por no haber sido elegidos por la enfermedad, celebrando entre vinos su buena salud y repitiéndose: "...si es que no somos nadie, !joder!, nos puede pasar a todos, tenemos que disfrutar el momento..."Frases vacías de tanto repetirlas.

   Un cliente los observa curioso, hace amago de intervenir en la conversación, duda, carraspea para aclarar la voz, pero se repliega, fundiéndose nuevamente en la lectura del libro. Ya no puede prestarles atención, su cabeza se dispara y se ve acosada por recuerdos recientes. Hace ya dos meses que conoce la fatal noticia, lo ha asimilado con normalidad, sus compañeros de trabajo se sorprenden y hacen aspavientos. Para ella, sólo es una vuelta más de tuerca, volver al mismo camino que había dejado hace dos años. Nos hacemos tan cómodos, piensa ¿cómo imaginar que podía volver a suceder, con los buenos resultados de los últimos análisis?

   Su enfermedad, mejor dicho “su dolencia”, como le gusta decir, produce extraños efectos a su alrededor. No saben cómo tratarla: se debaten entre el excesivo cariño y la indiferencia. A veces tiene la impresión de ser invisible, que huyen de su lado para evitar saber lo que su cuerpo sufre, tener que ser testigo de su decadencia progresiva... ¡qué bien se vive en la ignorancia!

Se lamenta por saber demasiado, no quiere conocer cada una de las fases por las que tendrá que pasar de nuevo, no desea recordar los temblores, el dolor de riñones, los vómitos incontrolados, su cuerpo tensionado al máximo.

¡Basta!, ¡Basta ya! Repite. Su monólogo interior se hace insoportable.

Vuelve al libro; el párrafo que comienza a leer la sumerge en otra realidad mucho más llevadera. Está intrigada con la historia de amor, que tan bien sabe narrar su escritora favorita, Almudena Grandes. Y nuevamente pierde el interés, comienza a pensar en las diferentes formas de amar que ha conocido por ella y lo extraño que a veces resulta el sentimiento del amor...
Se remueve en la silla, buscando de nuevo la concentración para llenarse de los aires y playas de Cádiz. “Los aires difíciles”, así se titula el libro. Personajes alejados de sus ciudades de origen, buscando respuestas a sus vidas...como ella.

Cierra el libro, con un gesto llama al camarero, le pide la cuenta; Se levanta, paga su café y le regala una sonrisa. Sale a la calle con un único pensamiento: Un día más está en el mundo de los vivos.


© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall