Todas las semanas veo esta escultura. Todas las semanas me perturba. Todas las semanas pienso en las fauces del cocodrilo y en lo que parece ser un hombre sometiendo a la bestia; aunque sólo lo parece, porque si me fijo comparten dos de sus extremidades.
Y es que en el fondo, todos llevamos una bestia dentro. A veces duele descubrir todo el daño que pueden hacerte. Por fortuna si te lames las heridas a tiempo, las marcas de sus fauces duelen menos.