costura
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lunes, 16 de abril de 2012

MADE IN CHINA





    Yin sólo tenía tres días para elegir destino.  Andaba nervioso de un lado para otro, sin saber a dónde ir, ni por cuánto tiempo, solamente tenía claro quien le acompañaría. 
   Se presentó sin demasiadas perspectivas, sólo porque Yang le animó. Las bases de la beca especificaban que se premiaría a quien presentase el patrón más novedoso. En el taller se ocupaba de las cremalleras, kilómetros de ellas llevaba cosidos, le gustaba imaginar que podía dar la vuelta al mundo sumando sus pespuntes.
 Lo del diseño, lo dejaba para sus ratos de ocio, cuando garabateaba inconscientemente sobre cualquier superficie sus bolsos, maletas y bandoleras, de aspecto robusto. Yang al ver uno de ellos, dijo:
- O lo haces tu o lo hago yo, elige.
- Pero si ni siquiera estoy en el departamento de diseño.
- O tu o yo- repitió Yang.
- Tu- sentenció Yin

   Así fue como Yin ganó la beca para viajar a Europa y Yang le acompañó. Ambos se quedaron perplejos al ver su diseño en el escaparate y no supieron hacer otra cosa que acuclillarse frente a él, esperando que respondiese todas las preguntas que les asaltaban...

martes, 26 de octubre de 2010

LOS PLACERES DE LA CARNE

     Este año le estoy dando a la aguja, !no penséis mal! acompañada de hilo y es que he recuperado una de esas cosas, que te enseñan de pequeña, que es coser. A mi madre le gustaba coser, vienen a mi memoria, vestidos infantiles en tres tallas diferentes, disfraces desde el traje de chulapa hasta de fresón, bolsos, mochilas... . En mi caso, mi aventura es mucho más humilde, son broches, sencillos y resultones.

     Quiero presentaros uno de ellos, que nació de los placeres de la carne, en este caso, de la carne a precio de mercado, con salidas y domicilio, con elegancia y discreción y descuentos los días del espectador... y no hablo del cine.



     Y me he acordado de Caye, la protagonista de una canción de Manu Chao y de la película de la que era su banda sonora. E inmediatamente ha venido a mi mente otra Caye, a la que no conocí, pero que en muchas ocasiones ví. Ahí os la dejo, deseándonos buenas noches.


CAYE

     Frente al espejo comenzó a arreglarse: sus ojos verdes acentuados con una sombra malva, sus pestañas rizadas hasta lo imposible y sus labios carnosos de carmín, resaltaban su piel morena. Se vistió despacio: una camisa entreabierta, unos pantalones que marcaban las caderas y unos zapatos de tacón, conformaban el conjunto. Sin desearlo, estaba guapa.
     Miró el reloj, tenía que pensar en irse, de lo contrario llegaría tarde a su cita. Durante el trayecto en el metro, recordaba su tierra y a sus padres, a los que tuvo que convencer con mil argumentos para que consintieran en dejarla cruzar el charco y venir a Madrid, a intentar cambiar su negro destino.
     Llegó a la estación: LAGO. Las copas de los árboles se mecían en el aire, era septiembre, la noche estaba tranquila y había poco tráfico. Se detuvo un coche, su ocupante hizo un guiño; ella sopesó la situación y tras un breve vistazo, se decidió y subió al coche.
     Sabía que lo que vendría después no duraría mucho; mientras su cuerpo trabajaba, sólo podía pensar en esa negrura que no la abandonada
© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall