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martes, 15 de julio de 2014

LA AVERÍA



   Una gota de sangre lo recibió. Tardaron tanto en abrir que pudo observar la delicada campanilla de la entrada, el aldabón de bronce, las begonias exultantes, el felpudo impreso con un "Dios te ama" y la gota.
     Sor Concepción abrió lentamente. 
-Buenos días nos de Dios.
-Buenas hermana- vengo por la avería.
-Adelante, hijo- le estábamos esperando. Acompáñame. Y disculpe el desorden, estamos con la limpieza semanal.
     Una cojera congénita hacía de los pasos de la hermana un espectáculo: un saltito aquí, un arrastre allá, que distraía de su belleza. Juan la seguía buscando un desorden que no existía. Atravesaron una cocina industrial, llena de ollas en acción. En su trayecto, observó un par de gotas de sangre pequeñas, apenas del tamaño de una moneda de un céntimo e imaginó que se habrían cortado al preparar el guiso del día.
    Avanzaron por el comedor comunal, donde varias monjas se dedicaban a la limpieza de unas cristaleras inmaculadas.
- ¿Le ocurre algo?- le noto intranquilo- preguntó Sor Concepción.
- No, hermana, no pasa nada, es la novedad. Nunca había estado en un sitio así. Todo me llama la atención-contestó nerviosamente y sus ojos, esta vez se toparon con una gota de sangre del tamaño de dos céntimos en el umbral de la capilla.
    Sor Concepción se rió- es algo que nos ocurre con todas las visitas, es normal- Sígame, ya queda menos.
     Un largo pasillo les condujo hasta la luz del patio interior; cientos de macetas luchaban por cada metro lineal. Continuaron subiendo por unas escaleras hasta la planta superior, donde se encontraban los aseos. Juan volvió a reparar, esta vez, en una gota de sangre que resbalaba en el último peldaño, de tamaño parecido a las anteriores.
    Atravesaron un largo y soleado pasillo, hasta llegar al lugar de la reparación, se trataba de una puesta a punto de todos los bidés de la comunidad. Se sorprendió de la cantidad. Fue revisando uno a uno, dejando para el final el que estaba ocupado. 
     Cuando salió la hermana que lo ocupaba, entró y de nuevo vio una gran gota de sangre resbalar por el bidé que tenía frente a sí. Juan, ¡de un salto!, se puso de pie, mirando a la gota y a Sor Concepción buscando con esta acción una respuesta.
     Sor Concepción intuyendo el asombro le dijo:- Tenemos a Sor Ana con el período y como priora de la congregación que es, es nuestra hembra alfa- le dijo sonriendo con normalidad. Todas hemos sincronizado nuestras reglas, es algo bastante común.
   Juan no sabía donde meterse, notaba el rubor que subía intensamente desde la planta de los pies hasta las mejillas. Sus manos buscaban algo que hacer en el maletín de herramientas.
    -Espero que no se siente violento o incómodo. Con esta confesión no quiero que se lleve una mala idea de la Congregación de las Hermanas Redentoras de la Sangre- dijo guiñándole el ojo.



   

domingo, 11 de marzo de 2012

DIARIO DE UNA MARIPOSA




Si, es muy tarde, pero no puedo dejarlo pasar. ¡Hoy he conocido a mi Sara!,  la de la siguiente historia que hace tiempo escribí. El otro día hablaba de Física Cuántica, hoy hablo de sincronía elevada a la máxima potencia, después de los últimos acontecimientos... Os dejo, con mi Sara y su diario.




A continuación enumero cosas que tengo buenas en mi vida, tal y como me dice la psicóloga del colectivo; para que las tenga presente y recuerde que todavía estoy en el camino, que no he alcanzado la meta.
Empezaré por mi aspecto físico: me gusta mi cuerpo, es proporcionado y a pesar de la discordancia que en breve quiero solucionar (estoy en trámites), las hormonas siguen haciendo su trabajo, voy consiguiendo gustarme cuando me miro en el espejo y el pelo crece. Estoy feliz, me he empadronado en casa de Luis, que además me ha hecho un contrato para que pueda acogerme a la Seguridad Social (tengo que informarme de cuanta antigüedad necesito).
También me gusta mi trabajo ¡por fin!, después de estar dando tumbos por garitos y viviendo de noche, he conseguido unas prácticas en un colegio donde dar algunas clases de apoyo, y también gracias a Luis.
Luis también es algo bueno en mi vida, desde que le conocí mientras trabajaba de camarera, mi vida se ha hecho más fácil, un día le dedicaré toda una sesión. Hoy no.
Sigo enumerando cosas que me gustan: mis pechos, son pequeños y los prefiero así, no quiero parecerme a los otros, inflándome de hormonas para terminar de clon de la de los vigilantes de la playa.
Y ahora la familia: Mi madre es un sol, un encanto, un amor, la persona que más quiero en este mundo, (que sentimental me pongo). No puedo decir que me apoyase desde el principio, pero siempre ha sabido ver que era algo más que su Ignacio, que tenía otro fondo. La quiero mucho, a mis hermanas también pero de otra manera. Con ellas es diferente, a pesar de no llevarnos muchos años, a ellas les tocó vivir la etapa dura, cuando murió mi padre y se pusieron a trabajar para ayudar en casa y pagarme la carrera. Desde los 17 y 19 años, Carmen y Ana, están el Corte Inglés, ventajas de ser hijas de un empleado. Procuran entenderme, lo sé, pero para ellas seguiré siendo Nacho, no Sara.
© Historias de Eva, S.L.
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