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viernes, 17 de abril de 2020

KINTSUGI


KINTSUGI


Eran días extraños para todos, obligados a descubrir de nuevo sus casas y sus cosas.  Ordenando uno de los armarios, apareció.  ¿En serio? ¿Después de tantos años apareces?- Ven, ven conmigo que te voy a quitar el polvo y te voy a dejar como nuevo.

       Lo colocó encima de la mesa del comedor, con tanto mimo, que no evitó que uno de los bordes se rompiera. ¡Vaya mierda! Hay que joderse, aguantas tres mudanzas por lo menos y ahora que te vuelvo a encontrar te jodo!

Sé lo que estáis pensando, y sí, durante esos días, estaba permitido hablar con los objetos.

Allí estaba,  sobre la mesa del comedor valorando los daños y realizando la autopsia de su objeto más preciado. Además de la rotura del borde, también había aparecido una fisura en uno de los lados del cuenco que había rescatado de casa de su abuela, antes de que la tirasen abajo. El desánimo era un habitante más en esos días y se acentuó al ver estado en el que había quedado.

Salió a fumarse un cigarro, le gustaba la sensación de relajación irreal que le aportaba. Entró de nuevo y vio el cuenco, le costó aceptar que no volvería a ser el mismo. Como si se tratase de la Magdalena de Proust, se activó su memoria visual y aparecieron los cántaros, donde su abuela guardaba el embutido con grapas de hierro artesanal, que corrieron la misma suerte que su cuenco. En esta ocasión no le servirían grapas, demasiado grandes para un objeto tan pequeño. Un buen pegamento y te dejo como nuevo, ya verás.

 El adhesivo no dio buen resultado, debía estar caducado, si es que esas cosas lo hacían o quizás fuera la loza ¡Demasiadas historias en tus poros, seguro que es eso!

Hasta que buscando en la red dio con un tutorial. No tenía polvo de oro, aunque ideó algo amarillo con la cera infantil rescatada del fondo de un cajón.

Viendo el resultado, concluyó que lo importante fue el tiempo que se había empleado en repararlo. Embelleciendo sus grietas con el amarillo infantil, dejando un cuenco que mostraba orgulloso sus heridas.

¡Ya estás listo, no has quedado nada mal, diferente y raro, pero muy guapo. Ale, al salón, que te vean todos!.

Y allí se quedó, testigo de los nuevos tiempos que vivían los habitantes de la casa, heridos y frágiles también, usando nuevas rutinas para volver ser los mismos y mostrar sin miedo sus flaquezas, abiertos a una realidad distinta.

martes, 13 de marzo de 2012

KANSEI

   Retomo una de mis pasiones: el japonés, con esta palabra. Tiene un montón de ventajas, porque prácticamente no existe una definición clara, lo que me permite llenarla de contenido según mis preferencias.
  Y la que he conocido tiene que ver con el mundo del marketing, donde la definen como:
  - placer de uso
 - mide sentimientos y muestra la relación con ciertas propiedades del producto.
   De repente he descubierto que tengo miles de kansei en una maleta!., pero eso es otra historia, que contaré otro día.
   Ahí va mi versión de hoy :


© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall