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martes, 2 de octubre de 2018

LA MODELO


LA MODELO
Interpretando a Hermès
¡Nunca imaginé algo así en mi trayectoria como modelo!

Empecé siendo muy joven, casi una niña. Digamos que soy una modelo de manual: cumplí el sueño frustrado de mi madre. De su mano fui a los primeros castings, a las primeras agencias y supervisó todos mis books fotográficos menos el último.

Había hecho varios trabajos en Francia y mi nombre empezaba a resultarles familiar, a pesar de no ayudar mucho la eñe de mi apellido que mantuve, una vez más por mi madre. Decía que me daba un toque exótico. De mi padre había heredado su apellido peruano Ñancu, sus ojos color miel y su facilidad para desaparecer.

        -Clara, los del dios alado quieren hacerte una prueba. Están buscando a alguien racial y con una preciosa melena. Creo que encajas- era la voz de mi agente en mi contestador.

        Esa misma tarde le llamé para confirmar el lugar y la hora del casting. A continuación me lavé el pelo a conciencia, me puse la mascarilla de aceite de jojoba y me presioné los puntos de acupuntura para lucir más radiante. No llamé a mi madre, quería vivir la experiencia de una gran marca yo sola.

        Acudí puntual a la cita y fueron exquisitamente amables. Una vez hechas las presentaciones, el maquillador mimó mi piel, el peluquero extrajo más volumen a mi melena y la estilista eligió el atuendo para la sesión fotográfica.  Durante el shooting  fui algo traviesa con los complementos que me faltaban, el fotógrafo estaba encantado con mi naturalidad y frescura,  al menos es lo que no paraba de decirle durante toda la sesión. Salí más que contenta, estaba segura de que sería una gran oportunidad para mi carrera.

Pasadas una semanas, me confirmaron la elección de una de mis fotos para la publicación en prensa. Abrí nerviosa el ejemplar que me facilitó la marca. ¡Nunca imaginé algo así en mi trayectoria como modelo!

¿Dónde está mi melena? ¿Y mi cara?  ¡A la merde Hermès¡








P.D. Después de la publicación en mi blog, tuvieron la amabilidad de hacerme llegar uno.




© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall