viernes, 8 de octubre de 2010

MI ALTER EGO

   

Cuando me preguntan por mi alter ego (Tafim), suelo contestar que es un nombre inventado de la bailarina de danza oriental que durante una temporada quise ser...y en parte es así. Aunque la verdad verdadera (si es que existe), es que nació de un juego, tomando café en el Círculo de Bellas Artes, con un compañero de criminología que acabó siendo ex. El juego muy sencillo, sobre una servilleta escritas al azar: letras y vocales y una invitación: Elígete un nombre. Yo elegí TAFIM, una de las protagonista de la historia que os cuento a continuación.. y la historia apareció entre los vapores de los Baños Arabes,  cercanos a la Plaza Jacinto Benavente, de Madrid.

EL JARDÍN DE LAS DELICIAS

Tenía calor, mucho calor, su pelo empapado caía sobre sus mejillas causa de la humedad, el ambiente le calaba. Le gustaba esa sensación, quizás era que no había conocido otra cosa. Se crió en el harén, con el cometido exclusivo del hamman.
El olor a aceite, el ruido del agua y la luz tamizándose por las celosías formaban parte de su paisaje diario, a veces tenía la sensación de encontrarse en un gran decorado, descubriendo en cualquier momento su irrealidad, aunque también sabía que llevaba demasiados años para creerlo.
¿Cuántos años tenía? ¡Cómo saberlo ni si siquiera conocía la fecha de su nacimiento! ¿veinte? ¿diecisiete? Su pecho no desarrollado, apenas del tamaño de mandarinas, su pubis ligeramente velludo, no eran factores determinantes para asegurar con certeza su edad.
Pero ¡qué estoy pensado, con las cosas que tengo que hacer! Preparar los afeites, calentar la pileta del vapor, la túnica, los abalorios.... demasiadas cosas. ¡Despierta!

Apareció desnuda dispuesta a dejarse hacer, acarició su cuerpo con el agua caliente, notó como sus poros se iban abriendo; era la parte que más le gustaba, sabía que ahora tendría que introducirse en la pileta de agua fría: su piel adormilada antes, ahora en tensión, sus músculos contraídos al máximo. De nuevo envuelta en el calor húmedo del vapor relaja todos sus sentidos y sueña...
Tafim se acerca suavemente, intenta no hacer mucho ruido, pone la mano sobre su hombro y le susurra que ya es la hora, debe acabar el baño. Unos ojos negros la miran fijamente y la siguen hasta el diván. Allí envuelta en los efluvios del aroma a  jazmín, encuentra unas manos que recorren la espalda, como un pequeño ejercito ocupando toda su superficie.
Los dedos fuertes, sabios buscando los rincones donde se hacen necesarios, útiles para el descanso y relajo de músculos, vértebras, nervios...A pesar de ser un recorrido de sobra conocido, siempre cambia, encontrando alguna sorpresa en su camino.

¡Cómo le gusta el tatuaje que porta! Esa media luna con el símbolo del sultán, del tamaño de un dátil, en el inicio de la nuca y cubierta por el nacimiento del pelo. Desea tanto tener uno así. No es el efecto arrebatador que produce lo que quiere, sino lo que significa: formar parte de ese grupo de mujeres a las que dedica toda su existencia.
Cuentan sus antecesoras como una de ellas consiguió llegar a ocupar el lugar más privilegiado: ser la favorita del sultán. Pero de eso hacía demasiados años, sólo una historia, nadie vivo que pudiera afirmarlo o desmentirlo. Quizás un sueño que había ido forjándose en real a largo de décadas.
La tensión de las muñecas la hizo volver en sí, llevaba demasiado tiempo dando el masaje, era hora de acabar. Con la suavidad del paño de algodón caliente arrastrando los restos de aceite finalizó. La ayudó a incorporarse y a cubrir su cuerpo con la túnica de seda verde esmeralda.

¡Alá, bendiga esos dedos! Una sola de sus caricias hace despertar en mi los más ardientes deseos. Si el sultán me tocara así, sería capaz de alcanzar la séptima puerta.
Siguió dejando trabajar esas manos, abandonándose al éxtasis que le producían. Notó el tejido del paño, sabía que todo había acabado, la parte que más le llenaba del día, terminaba. La miró agradeciéndole sin palabras todo su trabajo, unos ojos almendrados y una sonrisa picarona, dieron su aprobación.
El sonido del “almohacin” llamando a los fieles puso la nota final al baño. Con las manos extendidas hacia Tafim, deja que las dibuje con henna, decorándolas profusamente.

Es curioso que todo lo que ocurre en mi vida es fruto de mi pasividad, siempre dejo que me hagan: que me despierten, me bañen, me alimenten, me dominen en la cama....no soy dueña de mi destino, eso lo se; ni siquiera señora de lo más elemental. ¡Me gustaría tanto ser por un día, como ella!, sabiendo que una vez cumplidas las obligaciones puede elegir qué hacer.
Envuelta todavía en los vapores del agua, Tafim se afana en guardar de nuevo los utensilios. En su mente solo una imagen: el negro del tatuaje
¿Cómo corresponder a todos sus cuidados? Se debate entre el saber que forma parte de la manera en que se gana el sustento y la remota posibilidad de que disfrute mientras trabaja. Lo ha visto en sus ojos, a veces la sorprende sonriendo con tanta facilidad....
Piensa cuidadosamente la manera de responder a todas las atenciones recibidas hasta ahora  y sólo encuentra una solución: es su cuerpo, lo único que posee, el instrumento elegido.
El resto del día lo dedicó a idear la forma de llevar a cabo la ofrenda. Se preocupó de hacer una inspección en el ala reservada a las esclavas y como si de un general antes de un combate se tratase, examinó el terreno buscando los puntos a favor y en contra.
La estancia que ocupaba Tafim, estaba al final del largo pasillo, sin duda, facilitaba la intimidad y la huida rápida en caso necesario. La forma de penetrar en el recinto le preocupaba más, pasar sin levantar sospechas, de otro modo dificultaría su cometido. ¡Un disfraz!, es la clave. Se haría con una de esas túnicas oscuras en la hora del baño y uno de esos pañuelos de aspecto tosco para cubrir su larga caballera.
¡Estoy orgullosa¡ Por fin soy dueña de mis actos y de sus consecuencias. A decir verdad, soy una gran estratega, no he dejado ni una sola cosa al azar. De algo tienen que servirme las interminables partidas de ajedrez con mi señor. Se descubrió canturreando.

En el bazar no cabía ni un alfiler, sorteando a unos y a otros, alcanzó al vendedor ambulante.
   - ¡Alá te proteja¡ Tafim
   - A ti y a los tuyos, Melthiab.
   - ¿Con que esencia de mi humilde comercio vas a sorprender a la sultana?
   - Es increíble, siempre adivinas mis pensamientos. Quisiera una esencia tan dulce, como la vainilla, pero más sorprendente.
   - Tengo lo que buscas y a un módico precio.
   - Hoy no tengo tiempo de regatear, lo que me digas, te pagaré.
   - Esta bien. Has de saber que me dejas sin unas de las tareas más placenteras de mi humilde labor.
Gracias por comprenderlo.
   De camino, iba oliendo el perfume que Melthiab le había dado. Unas notas de canela, clavo y una pizca de hierbabuena componían tal sugerente esencia. Imagina la aprobación de la sultana al dejar empapar sus cabellos con ella.
   Tumbada en la cama intenta conciliar el sueño, en su cabeza solo hay espacio para el aroma de la esencia adquirida. No puedo resistirse a probarla en su propio cuerpo. Se desnuda lentamente y comienza a empapar sus cabellos, sus axilas y su pubis con tan ansiado líquido. Se encuentra distinta, inmensamente más bella. Por un momento ocupa el lugar de la sultana e imagina.

   El pasillo no lo recordaba tan largo y oscuro, hasta ahora tiene suerte, ni un solo ruido ni una sola presencia han salido a su encuentro. Al alcance de su mano, tiene la puerta.... ¿Y si está despierta? ¿Y si la asustó y grita? .No puedo abandonar, es algo que desea hacer. Se anima.
    Deja deslizar suavemente la bisagra y penetra en la alcoba. Un olor intenso y desconocido satura sus fosas nasales. Ella duerme.
   Me acercaré con cuidado, no quiero despertarla, todavía no. El aire está impregnado de ese aroma que no la deja pensar con claridad, va hacia ella, escucha su respiración, observa su cuerpo desnudo descansando, decide acostarse a su lado, quiere sentirla cerca, roza su pelo con las yemas de los dedos. No quiere ser descubierta.
    Tafim no advierte su presencia, se hace fuerte. Todavía con las yemas de los dedos recorre su espalda, sus glúteos, sus piernas. Quiere más. La induce a cambiar de postura, lo consigue, la visión es espectacular, necesita estar más cerca, las yemas no le sirven, con el dorso de las manos realiza la expedición: los brazos, clavícula, senos, vientre, pubis, piernas.... se abandona a sus sentidos. De pronto se detiene, nota su respiración más agitada, no quiere que la encuentre allí. Continúa, no puede controlarse, ahora recorre su cara redonda, su frente pequeña, sus ojos, sus infinitas pestañas, sus labios carnosos...... ¡Cómo no probarlos! Se aproxima, los lame, los mordisquea y ellos aceptan la ofrenda entregándose con pasión.
   Los cuerpos se entrelazan, los brazos y piernas se enmarañan, los poros de su piel expelen sudor y satisfacción. Ambas han alcanzado la séptima puerta.
  


jueves, 7 de octubre de 2010

BUSCO A NACHO




   Os presento a Nacho. Nacho, lleva conmigo desde el 2005,  lo parí en Madrid,  mas bien Getafe, cuando iba al Centro de Poesía José Hierro las tardes de los miércoles. Ya os dije, que la Caja de Pandora se había abierto.... y ahí está, el primero que quiere salir, que lleva ya mucho tiempo en el armario.

   Nacho, me gusta mucho. Tanto, que creo que el origen de Regala Historias (https://www.regalahistorias.com/) está en él, en su carta.  Hechas las presentaciones oficiales, ahí dejo su historia y mi deseo: encontrar otros Nachos.

NACHO

 "Mi amor, hoy es la primera vez que utilizo este viejo sistema de comunicación, la primera y última. Acierto pensando que conoces mis motivos, pues en ti encuentran su origen, adivino tu cara en estos momentos con tan solo leer las primeras líneas, por favor, regálame un poco de tu tiempo y tu paciencia, amiga, al menos tu paciencia....No es fácil ¿sabes? Sentirse atrapada en el cuerpo de una mujer cuando ansías ser hombre. Quizás no lo comprendas, pero has sido tú, María, sin duda el origen de  la gota que ha colmado mi vaso para darme cuenta, para sentir realmente lo que soy: un hombre. Y desde esa nueva perspectiva te escribo, te nombro, te sueño, te deseo y te olvido.
   Todo te lo debo a ti...Y adivino en tu cara un gesto de desdén,, por favor no seas sarcástica,  y sigue leyendo.. No te voy a recordar ahora cuando tiempo hace que formas parte de mi mundo, aunque si te diré como tu  amistad acabó dando paso al deseo y posterior amor. Hasta para eso soy hombre, primero apareció la impaciencia de sentir tu cuerpo contra el mío, buscándote en despistes ocasionales, palpándote en probadores minúsculos...luego mucho más tarde el corazón, desbocándose sin control cuando te veía a lo lejos, anticipándote, celebrándote con ansía....
   Hasta el final de mi camino, hoy, a pocas horas de mi ingreso en el Hospital, en cuyo  veré la luz ququirófanoe me rescate del túnel en el que he vivido durante estos años. Un poquito, apenas un foco, ni siquiera pido un cañón como esos de los espectáculos. Un poquito para vivir con un cuerpo nuevo que la naturaleza me negó, para consentir ser uno en cuerpo y mente, para llegar a tu puerta y poder decir bis a bis y si tú me lo permites lo que te quiero y deseo.
   Hasta pronto,
               Hombre"

María dejó caer la carta entre sus piernas, los mocos y lágrimas apenas le dejaban respirar, no estaba segura de lo que había leído. Tenía que serenarse. Necesito una copa-pensó, y cuando se me pase el sofoco volverla a leer.  Fueron cesando los hipos y nublándosele la vista por el alcohol hasta perder el control. Nunca volvió a leer la carta.

Llegó a la hora convenida, de su mochila salieron con prisa: pedazos de acero, plástico y papel, convirtiéndose en una práctica mesa con silla incorporada y su identificación sobre ella. Le gustaba que su lugar de trabajo estuviese en orden y a punto. Allí estaba, en uno de los paseos más concurridos de El Retiro, al pie del cañón,  a pesar de ser uno de los inviernos más fríos que se recordaban; dispuesta a encontrar un cliente o que éste la encontrase, como siempre sucedía.

 Clara, se limitó a ver los cambios en su “oficina”, el frío había dejado su huella, helando todo a su paso. A lo lejos se acercaba un grupo de jóvenes, sabía que pronto tendría guasa. Se limitó a pasar inadvertida. Alguien se acercó, tomando asiento.
-         Buenas tardes
-         Buenas, ¿qué desea?
-         Umm.... una carta ¿no?

    Advirtió la sutil ironía, tomando la decisión de ser hiriente en sus preguntas a modo de venganza. Comenzó la batería de preguntas necesarias para hacerse una idea del tipo de cliente y carta que debía redactar. Bastaron un par de ellas para que su intención inicial desapareciera. Utilizó la técnica de la empatía que tan buenos resultados le daba y comenzó a escribir de manera automática. Apenas levantaba la vista del papel para ver como unas pestañas interminables preguntaban con urgencia: ¿puedo leer ya?

    Tardó unos segundos más en levantar la vista, esta vez de manera definitiva. Nacho tomó entre sus dedos la carta y comenzó a leer: “Mi amor, hoy es la primera vez que utilizo.....”


miércoles, 6 de octubre de 2010

LA CAJA DE PANDORA

   Estoy en casa, floja, medio drogada por la amoxilicina (o será efecto placebo?), el caso es que la Caja de Pandora se ha abierto, así sin más, de un día para otro, entre que hace una semana estuve moviendo muebles y hoy me han removido a mi, lo inevitable ha sucedido. Asaltan a mis ojos folios escritos con historias, ideas cogidas al vuelo en la libreta que E. me regaló en mi último cumpleaños, con el boli que un día me regaló J. y medio adormilada recupero fotos de otros tiempos. Ayer como estaba nerviosa, me dediqué a hacer fotos (si, es lo que tienen los móviles última generación) de las dedicatorias que tenía en muchos de los libros que me han regalado. Ayer empecé por la que más cariño tengo, quizás por eso mismo, por no tenerla. Y hoy, me apetece recuperar una de hace tiempo:conocidas de infancia, amigas de adolescencia y mujeres hechas y derechas hoy en día. Sigo sabiendo de ellas, por una "amiga,ex-amiga,amiga,ex-amiga,amiga,ex-amiga,amiga". Y me ha entrado morriña de cuando hacíamos cabañas en higueras, cuando nos peleamos con uñas y dientes con los chicos de la urba, cuando nos íbamos andando a Villa o en moto, haciendo unos cuantos viajes, cuando moneamos en el pilón (nunca un trozo de césped vivió tantas cosas), cuando íbamos descubriendo nuestro lugar en el mundo (si, lo sé, tiendo a la tragedia, eso si griega, que es algo más animada). Pues eso, que ahí dejo la muestra y quizás la miguita de pan, para que de nuevo vuelvan a estar en mi día a día.


   La Caja de Pandora tiene un efecto demoledor, de hecho creo recordar que la mitología griega la hace responsable de todos los males de la tierra, bueno, como existe San Google, podéis comprobar con un click si es así o no. A veces comparo su apertura, con la moda,!Sí! !Cómo lo ois! o acaso la moda no la meten en una caja, la dejan un par de años y !voilá! la vuelven a abrir y todo lo que allí se encontraba vuelve a la pasarela y si encima le añades la etiqueta "vintage",  te conviertes en lo más de lo más. Así somos, necesitamos tiempo para volvernos a fijar de nuevo en las cosas (peazo frase filosófica, eh?).


   Aquí lo dejo, no sea que el virus filosófico se manifieste bajo los efectos de la química.

martes, 5 de octubre de 2010

GUION DE UN CAFÉ

  
Mañana es un día importante para mí y tengo miedo. De camino a casa, me he acordado de ella, de cómo la conocí y cómo en tan poco tiempo pude aprender tanto de la vida. He recordado sus pestañas, sus ojos grandes, su acento extranjero y su palmera, esa que tampoco está, aunque si su recuerdo. Comparto su dedicatoria en las últimas navidades juntas y mi pequeño homenaje. 

GUION DE UN CAFÉ.
   Cámara fija en la barra de una cafetería de barrio medio, con decoración profusa, mesitas que invitan al almuerzo y a la charla de grupos de mujeres a la salida del gimnasio o de la compra, sorprendentemente limpio.

   Dos hombres hablan en una cafetería de la salud del ausente, sintiéndose aliviados de no ser ellos quienes sufran su dolencia, dando gracias a no se sabe qué por no haber sido elegidos por la enfermedad, celebrando entre vinos su buena salud y repitiéndose: "...si es que no somos nadie, !joder!, nos puede pasar a todos, tenemos que disfrutar el momento..."Frases vacías de tanto repetirlas.

   Un cliente los observa curioso, hace amago de intervenir en la conversación, duda, carraspea para aclarar la voz, pero se repliega, fundiéndose nuevamente en la lectura del libro. Ya no puede prestarles atención, su cabeza se dispara y se ve acosada por recuerdos recientes. Hace ya dos meses que conoce la fatal noticia, lo ha asimilado con normalidad, sus compañeros de trabajo se sorprenden y hacen aspavientos. Para ella, sólo es una vuelta más de tuerca, volver al mismo camino que había dejado hace dos años. Nos hacemos tan cómodos, piensa ¿cómo imaginar que podía volver a suceder, con los buenos resultados de los últimos análisis?

   Su enfermedad, mejor dicho “su dolencia”, como le gusta decir, produce extraños efectos a su alrededor. No saben cómo tratarla: se debaten entre el excesivo cariño y la indiferencia. A veces tiene la impresión de ser invisible, que huyen de su lado para evitar saber lo que su cuerpo sufre, tener que ser testigo de su decadencia progresiva... ¡qué bien se vive en la ignorancia!

Se lamenta por saber demasiado, no quiere conocer cada una de las fases por las que tendrá que pasar de nuevo, no desea recordar los temblores, el dolor de riñones, los vómitos incontrolados, su cuerpo tensionado al máximo.

¡Basta!, ¡Basta ya! Repite. Su monólogo interior se hace insoportable.

Vuelve al libro; el párrafo que comienza a leer la sumerge en otra realidad mucho más llevadera. Está intrigada con la historia de amor, que tan bien sabe narrar su escritora favorita, Almudena Grandes. Y nuevamente pierde el interés, comienza a pensar en las diferentes formas de amar que ha conocido por ella y lo extraño que a veces resulta el sentimiento del amor...
Se remueve en la silla, buscando de nuevo la concentración para llenarse de los aires y playas de Cádiz. “Los aires difíciles”, así se titula el libro. Personajes alejados de sus ciudades de origen, buscando respuestas a sus vidas...como ella.

Cierra el libro, con un gesto llama al camarero, le pide la cuenta; Se levanta, paga su café y le regala una sonrisa. Sale a la calle con un único pensamiento: Un día más está en el mundo de los vivos.


EL COMIENZO

  



 Si, mi nombre es Eva, como la primera mujer, la del pecado original. Y aquí será donde purgue en lugar de mis pecados, mis historias, las que se corretean por la mente, las que tecleo entre mis dedos cuando las creo y las que espero cobren vida en este rincón.


   El origen del blog, fue una página web, hoy sin contenido pero con alma. El site creció por otros caminos y otras almas entraron en juego, el origen se fue diluyendo hasta casi desaparecer. Y es aquí, donde se encuentra el germen, con otro nombre, con la misma ilusión y con las mismas ganas de seguir escribiendo historias, propias y ajenas (por encargo), donde el protagonista puedas ser tu.
© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall