LA
MODELO
Interpretando a
Hermès
¡Nunca
imaginé algo así en mi trayectoria como modelo!
Empecé
siendo muy joven, casi una niña. Digamos que soy una modelo de manual: cumplí
el sueño frustrado de mi madre. De su mano fui a los primeros castings, a las primeras
agencias y supervisó todos mis books fotográficos menos el último.
Había
hecho varios trabajos en Francia y mi nombre empezaba a resultarles familiar, a
pesar de no ayudar mucho la eñe de mi apellido que mantuve, una vez más por mi
madre. Decía que me daba un toque exótico. De mi padre había heredado su
apellido peruano Ñancu, sus ojos color miel y su facilidad para desaparecer.
-Clara, los del dios alado quieren hacerte una prueba. Están
buscando a alguien racial y con una preciosa melena. Creo que encajas- era la
voz de mi agente en mi contestador.
Esa misma tarde le llamé para confirmar el lugar y la hora
del casting. A continuación me lavé el pelo a conciencia, me puse la mascarilla
de aceite de jojoba y me presioné los puntos de acupuntura para lucir más
radiante. No llamé a mi madre, quería vivir la experiencia de una gran marca yo
sola.
Acudí
puntual a la cita y fueron exquisitamente amables. Una vez hechas las
presentaciones, el maquillador mimó mi piel, el peluquero extrajo más volumen a
mi melena y la estilista eligió el atuendo para la sesión fotográfica. Durante el shooting fui algo traviesa con los complementos que me
faltaban, el fotógrafo estaba encantado con mi naturalidad y frescura, al menos es lo que no paraba de decirle
durante toda la sesión. Salí más que contenta, estaba segura de que sería una
gran oportunidad para mi carrera.
Pasadas
una semanas, me confirmaron la elección de una de mis fotos para la publicación
en prensa. Abrí nerviosa el
ejemplar que me facilitó la marca. ¡Nunca imaginé algo así en mi trayectoria
como modelo!
¿Dónde
está mi melena? ¿Y mi cara? ¡A la merde
Hermès¡
P.D.
Después de la publicación en mi blog, tuvieron la amabilidad de hacerme llegar
uno.