El
anillo resalta sobre el color de su piel. Algo desproporcionado para unos dedos
adolescentes. Le gusta mirarlo y recordar las palabras de su abuelo: “así
siempre tendrás los amaneceres del desierto al alcance de tu mano”
-Venga
Mali, pon la mesa que vamos a comer –gritó Julia desde la cocina.
Se
levantó de la cama y arrastrando los pies por todo el pasillo, llegó hasta el
comedor
-¿Qué
te pasa hijo? Menuda cara traes! ¿Te duele algo?
-Me
duele la vida- sentenció Mali.
- ¡Anda
ya!¡Qué exagerado eres! Toma los cubiertos y los platos.
-Julia,
en serio te lo digo. Me duele estar aquí contigo…bueno, entiéndeme..
- Ya
sé que echas mucho de menos a tu familia, es normal, pero las circunstancias
mandan. Además mira el lado positivo, tienes más tiempo para estar con esa
chica nueva que te llama, que para mí es tu nueva novia, también puedes ir a
ver a tus hermanas a Bilbao y celebrar con ellas la fiesta del cordero, y lo
mejor de todo es que puedes depilarte las cejas y nadie te va a decir nada-
añadió guiñándole un ojo.
- ¡Si
claro, todos son ventajas! No te digo…. Se me hace raro no estar allí y mira
que paso calor, que las duchas no son igual, pero…
-
Es normal Mali- toma la ensalada y llévala a la mesa- Echas de menos los mimos
de tu madre, irte con tu padre y hacer de traductor para las rubias de las ONG,
que nos conocemos… chinchar a tus hermanas, andar todo el día descalzo e
imagino que no oírme también ayuda, ¿no?- y volvió a guiñarle el ojo.
- ¡Y
tanto que ayuda! ¡Menudo descanso!- rió Mali.
- ¡No
te quejes! Que este año es extraño para todos. Sabes que tu hermana tampoco ha
podido venir y ella sí que lo necesita, tenía que pasar la revisión de la
operación de cataratas del año pasado. Lo mismo en Diciembre ya se puede viajar
y podemos ir los dos.
Iba
a ser su primer verano lejos de la familia, al menos de la biológica. Comprendía
las circunstancias aunque se rebelaba contra ellas, haciendo la vida imposible a
Julia, que desde luego no tenía la culpa, pero era más fácil responsabilizarla
de todos sus males: no podría volver a pisar el campo de refugiados hasta que
la situación sanitaria mundial lo autorizase, ni su familia podría recibir
paquetes, ni siquiera los más pequeños, como su hermana, podrían pasar los meses de más calor en
España, como venían haciendo desde 1979 y como hizo él.
Mirándose las manos, recordó que fue su abuelo el
primero en animar a su madre para que él viniese a España los meses de Julio y
Agosto durante tres años y más tarde cuando llegó el momento de elegir, que se
quedará también a estudiar durante el curso escolar. Ahora estaba terminando formación
profesional de Técnico de laboratorio.
En
su futuro no veía más desierto que el del anillo de su abuelo.
Que bien has definido los sentimientos, Nos ha gustado mucho
ResponderEliminarGracias Eva 😉😉