jueves, 11 de febrero de 2016

LA PUBLICIDAD NO ENGAÑA


   Ayer acudí como cada año, a mi cita con la Escuela de Escritores, para disfrutar de una jornada de puertas abiertas que sobre el Máster de Narrativa daban y a cuyas pruebas de selección me presento anualmente, y que hasta ahora no he podido aceptar la plaza asignada por falta de horario y dinero (estoy por hacer un crowfunding entre colegas).

   También quedé con Rosa Montero, ¡qué energía desprende y qué gusto da oírla! Su intervención sobre el proceso creativo, un regalo y su opinión sobre la mirada de los que habitamos mundos paralelos, una verdad como un puño. 

   Y descubrí a un fotógrafo americano, con padre psicoanalista y consulta en el sótano de la casa familiar, que sirvió de inspiración para este apunte sobre publicidad.

LA PUBLICIDAD NO ENGAÑA 
   Leyó de nuevo las instrucciones del fregasuelos. Se agachó para comprobar el estado del parquet.
   - ¡Coño, pues es verdad, brilla! ¿y la fregona?
   Abandonó la postura tan incómoda que todo su desconcierto le había hecho mantener y vio al otro lado del salón una luz tenue en la cocina.


Foto de Gregory Crewdson


jueves, 4 de febrero de 2016

MELENAS A GOGÓ



I

Era más fuerte que yo: cada vez que conocía a una muchacha se la presentaba a Rigamonti; y él, regularmente, me la soplaba. ¡Estábamos condenados a entendernos! Así era nuestro trabajo, de nada servía lo que yo opinase de sus procedimientos, lo importante era el resultado y, hasta la fecha, seguíamos siendo los mejores con las pelucas. Recuerdo la entrevista en la que me preguntaron, cómo me inicié en tan peculiar mercado; si tuviera que buscar una razón, probablemente sería la imagen de Gina, (prima tercera por parte de padre), en la playa del Lido, en el verano del 77. No era una gran melena (eso lo sé ahora), fue el efecto de su pelo mojado sobre la espalda y los cientos de riachuelos que la recorrían, lo que me turbó. Aunque esto último, tardé en comprenderlo. Estudié ingeniería, como era de esperar, ya que era primogénito. Me licencié cum laude y ejercí durante diez años. Hasta que la imagen de Gina, mi tropiezo con Rigamonti  y el peso de mi apellido se conjuraron.
  
II
  
Nuestro encuentro fue de impacto. Montibello, andaba siempre mirando al suelo con tanta intensidad, que parecía ser capaz de ver el núcleo mismo de la tierra. Fue en la esquina de la strada Pettine. Se disculpó. Me ayudó a colocar, en mi trasportín, las cajas. Una se abrió y la curiosidad le pudo más que la timidez. Me acribilló a preguntas de toda índole, acerca de su contenido ¿cómo se conseguía el pelo? ¿Con qué se cosía? ¿Qué productos se ponían para que se mantuviese sedoso?. Le tuve que frenar, llegaba tarde a la entrega. Ante su insistencia, quedamos en el café “Il Barber” al día siguiente. Fui contestando pacientemente cada una de sus cuestiones. Menos una.

III

-¿Te lo puedes creer? Te aseguro que todavía estoy en shock. Si es que… no sé ni cómo pasó. Vente a casa y te lo cuento, anda.
-Dame diez minutos- contestaron al otro lado del teléfono.
-A ver si me aclaro, Gina, estabas en el café “Il Barber” con éstas y sentó con vosotras, ¿así, sin más? ¿y qué hiciste?- preguntó la vecina
-Pues lo primero pedirle que se presentara, ¡era tan guapo! y, luego claro, que nos explicara por qué lo había hecho. Pero no nos dio oportunidad. En cuanto le dije mi nombre, empezó a preguntarme sobre el champú que usaba, cómo mantenía mi moreno, cada cuánto me lavaba el pelo… ¿es raro, verdad? Pero no acabó ahí la cosa. No dejaba de dar la tabarra con su amigo Rigamonti. Tanto insistió que accedimos a que viniese.
-¿Y qué pasó, vino el amigo?- seguía preguntando la vecina, cada vez más intrigada.
-¿Que si vino? Lo que vino fue un armario de dos por dos, de ojos pequeños y nariz prominente. Montibello, el guaperas, nos presentó a su amigo.
-¿Y qué pasó, Gina? ¡Cuéntamelo ya!, ¡me va a dar algo!-contestó de nuevo.
-Allí estuvo, sentado como un pasmarote sin decir nada. Se levantó y le sopló la oreja a su amigo. Luego se fueron.
- Entonces…¿tú crees que han podido ser ellos?- 
- Montibello, el guaperas, me pidió el teléfono. Ayer llamó para vernos.  Quedamos de nuevo en el café. Y ¡no recuerdo nada más!¡Nada más!

Gina, empezó a llorar, tocándose la cabeza, por si  aparecía de nuevo su hermosa melena.



jueves, 28 de enero de 2016

LA INVITACION


Hoy hace diez años….
…que un hielo cambió mi vida. Había estado todo el día en la calle, con mis amigos de fiesta en el desfile, y  fue en el cumpleaños de uno de ellos, cuando sucedió. El contacto de mis labios con los suyos me hizo estremecer y en la excusa del hielo encontré mi piel, me sentí como soy, como había sido siempre sin saberlo, y desde entonces me he sido fiel.
Por eso, os invito a celebrar mi salida con una fiesta en…..

jueves, 21 de enero de 2016

EL CARTEL

EL CARTEL

Aún le seguía ocurriendo, sus párpados perfectamente sincronizados con las seis en punto  de la mañana.  No le quedaba ni un pizca de la prisa de antaño: no necesitaba la superstición de conjuntar calzoncillos, calcetines y corbata; ni competir con otros directores por número de clientes y operaciones; ni vender duros a pesetas... por todo eso y alguna cosa más no le gustaba que sus párpados le mostraran un nuevo día.

¡Coño!- pensó-  Ya han pasado cinco años- No ha sido nada fácil, ¡nada! ahora mismo sólo este maldito reloj interno es el que me une a mi yo anterior.
- ¿Qué dices?- le preguntó su pareja.
-Nada, hablarme y recordarme lo mucho que hemos cambiado, nena, y lo que me apasiona mi nuevo proyecto.
- ¡Estás loco, Alfredo!-sentenció.
- Uhm, ya veremos...

Sobre la mesa del comedor, de manera desordenada se veían tablas de excel, diagramas de colores, tipos de contratos y diseños de cartel.  Miró al orejero. ¡Qué artista soy! Cogió el prototipo y se lo probó. Era consciente de la copia tan burda que había hecho. Y precisamente ahí radicaba su futuro éxito. ¡Lo tenía claro! No tardaría en encontrar a quien vender la mercancía, lo difícil estribaba en conseguirla. Recordó los cursos de PNL, los de oratoria y negociación y practicó sus argumentos ante el espejo.  Un mes después salió a la calle con él.

No fue fácil. No contaba con la mafia de los vendedores del “compro oro”, que vieron en él una amenaza para su negocio. Después de explicarles detenidamente su principal diferencia, le dejaron seguir con un: ¡Suerte, macho, la vas a necesitar! 

Sólo necesito un cliente, sólo uno, sólo tengo que estrenarme- Y con este mantra por compañía acababa su jornada. No desistió, siguió paseando su cartel de Preciados hasta Callao, para volver a bajar y acabar en Sol.  Subiendo se dio de bruces con el equipo de televisión del reconocido y copiado programa "italiani per il mundo". 

Ágil, sin dudarlo, se colocó en el plano de la morena que estaban entrevistando, familiar sin duda de Franco Battiato, a juzgar por el tamaño de su nariz, y entonó en silencio su mantra. El resultado no se hizo esperar. Cuando la entrevistada terminó de contar las excelencias de los bocatas de calamares y los búhos, el presentador se acercó a Alfredo y se interesó por su historia. Acabó con un viaje pagado a los estudios de la RAI y una entrevista en directo en horario de máxima audiencia.

Al mes de televisarla, tenía imitadores por toda Italia. En Milán le diseñaron un nuevo cartel, más ergonómico y ligero; en Florencia, los artesanos del cuero, le dotaron de un sistema de sujeción de calidad; en Roma aportaron seriedad en la redacción de su Manifiesto, conocido como el “Il venditore di ore”.

Sus días estaban marcados por la sincronización de sus párpados, las conexiones a Skype con sus fans italianos y sus idas y venidas por Callao.  Era consciente de lo brillante de su idea, y a pesar de tanta publicidad no había conseguido ni un solo cliente. Les pedía muy poco, apenas unos segundos, no más de cinco minutos y ni eso conseguía.

        Alfredo quemó su último cartucho: un sobre con un power point con extractos de su entrevista italiana, pantallazos de su skype y grabaciones de la cámara Go-pro durante sus paseos por el centro de Madrid, con destino al programa de Ana Rosa Quintana y María Teresa Campos.  A la semana, una voz sensual le indicaba el gran interés que tenía Ana Rosa en su historia y le proponía una entrevista en profundidad. Alfredo expresó su alegría y pactó una serie de preguntas que de ninguna manera debían ser obviada. Redactó los términos del contrato, todavía mantenía en forma sus dotes de negociación, y acudió al plató.
        -Hoy tenemos con nosotros a Alfredo, durante años fue director de una oficina bancaria, ahora se ocupa de un negocio muy particular. Seguro que alguno de ustedes se han cruzado con él por las céntricas calles de Madrid.  Buenos días, Alfredo y ¡Bienvenido!- ¿cómo estás?
        -Bien, Ana Rosa. Gracias por dejarme tu espacio.
        -Cuéntanos ¿cómo surge la idea?
        - Encantado, Ana Rosa. Aunque creo que mi cartel hablará por mí. ¿Puedo pedir al cámara que lo enfoque?
        - Adelante, compañero, danos un primer plano.
        Esto es lo que el objetivo mostró:





miércoles, 13 de enero de 2016

EL OTRO


- ¡No puede ser! ¿cómo es posible? ¡No lo encuentro! Voy a llamar.
- Si… entiendo… claro… no se preocupe… en cuanto aparezca le avisamos- contestaron al otro lado de la línea telefónica.
- Gracias pero por favor no se olvide. ¡Es muy importante para mí!

Armando no sabe qué hacer, no para de comprobar el paquete que le han entrega esa misma mañana. Espera con paciencia la llamada de la mensajería que no se produce.

Sentado en la cama, Armando no para de mirar sus pies, es tan descorazonador tener sólo un calcetín.


© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall