sábado, 3 de diciembre de 2011

DAVID


   Siempre me gustó su culo. Aún recuerdo el título que puse en el álbum de fotos, bajo la suya: "Guauuuu que tío". Le he vuelto a ver hace dos días y la sensación ha sido casi parecida: sorpresa ante su tamaño, pequeñez ante su mirada penetrante...
   Allí estaba, en el mismo lugar, manteniendo sus músculos con la tensión que recordaba, con su culo perfecto y sus rizos esculpidos en piedra. Después de muchos años, en una cita nocturna, de nuevo en la Galería de la Academia, el David de Miguel Ángel. 
   Acudí a otra cita, algo más pronto, disfrutando de manera gratuita de la noche de los museos, con Botecelli y su florida Primavera o su espectacular Venus; con Caravaggio y su impactante Medusa y con el placer de pisar el suelo de la Galería de los Ufizzi.
   Y el broche de oro al encuentro, una historia de amor, de las que acaban tragicamente, de las que te hacen recordar porque hay sentimientos que no se olvidan y que te pellizcan el corazón, dejándote una nube de lágrimas durante días.



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