Estaba harta de tener que ir racionándolo, de tener que dejar cosas a medias y de usar siempre la misma frase: "No puedo, no tengo".
Así que se lanzó a la calle y lo pidió. Le daba vergüenza. Era su primera vez e intuía que no sería la última. Se lo tomó muy serio. Pensó que la mejor forma de hacerlo, era como lo hacían los demás, llamando la atención de los transeúntes de una de las calles más comerciales de la ciudad. Preparó la ropa que se pondría y redactó el cartel que se colgaría.
Generó sin pretenderlo mucha confusión entre compradores y vendedores;con los primeros tuvo enfrentamientos serios... le llegaron a exigir el pago de un canon por usar el trozo de calle por el que paseaba con el cartel. -¡Pero si lo mío es diferente!.- les repetía a cada instante. Y con los segundos, charlas amigables y críticas en las que exponía sus motivos.
En ambos casos, el responsable del error fue el mismo: EL CARTEL.
¡Un gran cartel amarillo con letras negras!. Con él se paseó durante una semana por Preciados y aledaños. No consiguió su propósito.
Aceptó, eso sí, protagonizar un documental para explicar el origen y final del cartel que más abajo verás ;.)
No hay comentarios
Publicar un comentario