¡Estoy aburrida de todos ellos! ¿Otra vez lo mismo?
¿No se cansan? Ni uno sólo me ha gustado en estos últimos dieciocho años ¡Miento!
Me fijé en uno que se quitaba la ropa lentamente y la doblaba con mucho mimo,
dibujando una montaña perfecta encima de la toalla, ¡nada que ver con su
acompañante!
Conozco esta playa desde que era pequeña y cada año
vuelvo, estoy segura de que mi instinto reproductor influye, pero después de
tantos años tiene que ver más con la parte emocional. Y ¡me tienen harta! Encima, este puñetero cambio climático que no ayuda nada. ¡No me aclaro, no sé si voy o
vuelvo!
Y allí están, en mi playa, exhibiendo sus cuerpos sin
pudor, la mayoría con tatuajes de mal gusto y esos piercings en sitios
imposibles. ¡Y yo quejándome de mi anilla!
Por las mañanas son pocos los que vienen, lo que me
permite disfrutarla prácticamente para mí sola: jugar con las olas,
pasear por la orilla, darme un chapuzón y comer algún pez. Las tardes, en cambio,
son un murmullo constante de gente, apenas se puede oír el mar.
Hace dos días pasó algo que me desconcertó, estaba tan
absorta viendo cómo aquel humano se quitaba la ropa que en cuanto se convirtió
en un cuerpo desnudo más le perdí de vista, pero no su ropa, que
aguardaba encima de la toalla. Ocurrió cuando los nudistas salían de su
último baño y recogían sus cosas, no dejé de mirar el montón de ropa
perfectamente doblada, quería deleitarme de nuevo con el modo de vestirse de su
propietario.
Y mientras la playa se vaciaba, su acompañante no
paraba de ir de un lado a otro de la cala, buscándole …. No apareció ese día pero volvió al día siguiente, acompañada por el socorrista y otros humanos. Tampoco
apareció y de nuevo al día siguiente, acompañada de la guardia costera, pero
sin éxito.
Y entonces me acordé de mi propia historia, de cómo
conseguí sobreponerme al suicidio de mi compañero y cómo hallé consuelo en el
macho más viejo. Intenté decírselo de muchos modos, pero no creo que me
entendiese.
No dejé de seguirla por la playa, de
hacerle dibujos con mis alas y de pisar varias veces la arena con la sola intención
de decirle: no te preocupes ¡los viudos son la solución!
No hay comentarios
Publicar un comentario