martes, 26 de octubre de 2010

LOS PLACERES DE LA CARNE

     Este año le estoy dando a la aguja, !no penséis mal! acompañada de hilo y es que he recuperado una de esas cosas, que te enseñan de pequeña, que es coser. A mi madre le gustaba coser, vienen a mi memoria, vestidos infantiles en tres tallas diferentes, disfraces desde el traje de chulapa hasta de fresón, bolsos, mochilas... . En mi caso, mi aventura es mucho más humilde, son broches, sencillos y resultones.

     Quiero presentaros uno de ellos, que nació de los placeres de la carne, en este caso, de la carne a precio de mercado, con salidas y domicilio, con elegancia y discreción y descuentos los días del espectador... y no hablo del cine.



     Y me he acordado de Caye, la protagonista de una canción de Manu Chao y de la película de la que era su banda sonora. E inmediatamente ha venido a mi mente otra Caye, a la que no conocí, pero que en muchas ocasiones ví. Ahí os la dejo, deseándonos buenas noches.


CAYE

     Frente al espejo comenzó a arreglarse: sus ojos verdes acentuados con una sombra malva, sus pestañas rizadas hasta lo imposible y sus labios carnosos de carmín, resaltaban su piel morena. Se vistió despacio: una camisa entreabierta, unos pantalones que marcaban las caderas y unos zapatos de tacón, conformaban el conjunto. Sin desearlo, estaba guapa.
     Miró el reloj, tenía que pensar en irse, de lo contrario llegaría tarde a su cita. Durante el trayecto en el metro, recordaba su tierra y a sus padres, a los que tuvo que convencer con mil argumentos para que consintieran en dejarla cruzar el charco y venir a Madrid, a intentar cambiar su negro destino.
     Llegó a la estación: LAGO. Las copas de los árboles se mecían en el aire, era septiembre, la noche estaba tranquila y había poco tráfico. Se detuvo un coche, su ocupante hizo un guiño; ella sopesó la situación y tras un breve vistazo, se decidió y subió al coche.
     Sabía que lo que vendría después no duraría mucho; mientras su cuerpo trabajaba, sólo podía pensar en esa negrura que no la abandonada

1 comentario

  1. Con lo cara que esta la carne ultimamente, no esta la vida para desperdiciar oportunidades.

    Con.

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