He vuelto a recuperar las fotos que hice de las miles de dedicatorias plasmadas en los libros que me han regalado, vale,vale sólo son cientos, ¡qué le vamos a hacer!. Y entre ellas, una de hace tiempo, que me sorprendió, por no recordarla y es que la poesía nunca ha sido lo mio. El libro, un clásico entre los clásicos: Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Y ahí va mi historia, para ti R., aunque no haya leído el libro.
-¿Qué pasaria si pogueres reescriure la teua uida?- Le dijo en su lengua aprendida de niño, acariciando cada una de las palabras y dejando que se enredasen en su cuerpo.
No supo que decir. El solo hecho de pensar en sus consecuencias, la paralizó. Ella se quedó naufragando en la atmósfera del café. No podía articular palabra.
Se limitó a ofrecer sus ojos permitiéndole entrar en los lugares donde sólo viven las sombras para que él pudiera contestar la pregunta, mientras el eco de la misma subía sigilosa por su pierna.
Y ahí va mi historia, para ti R., aunque no haya leído el libro.
EL AMANTE
-¿Qué pasaria si pogueres reescriure la teua uida?- Le dijo en su lengua aprendida de niño, acariciando cada una de las palabras y dejando que se enredasen en su cuerpo.
No supo que decir. El solo hecho de pensar en sus consecuencias, la paralizó. Ella se quedó naufragando en la atmósfera del café. No podía articular palabra.
Se limitó a ofrecer sus ojos permitiéndole entrar en los lugares donde sólo viven las sombras para que él pudiera contestar la pregunta, mientras el eco de la misma subía sigilosa por su pierna.
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