¡Tenía
tantas ganas de él! Hacía tiempo que no se veían y justo hoy volvían a coincidir.
Le
recordaba igual de tierno y con ese olor tan penetrante que provocaba en ella una
explosión termonuclear: la energía que se liberaba con sólo respirar su aroma
era de tal intensidad que sus poros se abrían y sus vasos sanguíneos lo
celebraban, otorgándole un bonito rubor en las mejillas y una coloración en los
pezones, esto último él no podría verlo.
Él
estaba caliente, era su estado natural. Todas sus citas ocurrían en el
restaurante, pocas veces en casa. ¡Gozaba de un éxito arrollador! Sólo tenía
que dejarse hacer, era ella la que le buscaba con su boca, la que apreciaba
cada minuto que pasaba con él y la que daba sentido a su existencia.
Más
que un amor de primavera era un rollito de primavera.
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