Lo he hecho, llevaba meses pensándolo y al final ayer pasé por el quirófano. Es lo que tiene una ruptura sentimental a ciertas edades, que antes o temprano te tuneas. El top ten del tuneo sin duda, es el aumento de pecho, segundo el tatuaje transgresor en toda la espalda, que se vea bien, tercero, un poco de bótox que rellene las comisuras de los labios y los signos de expresión (me encanta esta frase, siempre me imagino una cara con un par de interrogantes y exclamaciones).Total, que en mi caso,después de visitar varias clínicas y valorar diferentes opciones, me decidí por el culo tipo "sudamericano", eso sí, adaptado a mi fisonomía, no era cuestión de tener un culo brasileño y estar todo el día bailando samba (uno de los inconvenientes de este tipo de pandero, según me informaron).
Así que, armada de valor y con los ojos puestos en mi trasero (adviértase lo incómodo de la postura), me dejé llevar por la sedación y por el ruido del instrumental quirúrgico, como si de una orquesta se tratase, oí durante la intervención la sinfonía de ruidos metálicos en la zona.
He abierto los ojos hace un rato, me encuentro tumbada boca abajo, la zona de la posadera parece tener vida propia, noto un ligero picor y palpitaciones. He pedido un espejo, quiero comprobar el tamaño de mi hijo, digo de mi culo... y ¿qué veo?...dos preciosas colinas vendadas con un valle profundo entre ambas. Un culo inflado, pero perfecto en definitiva.
Me indican que con los días bajará la inflamación poco a poco y que mis recién adquiridas posaderas y yo nos iremos entendiendo.
No he descansado, dormir toda la noche boca abajo ha sido incómodo. El cirujano acaba de pasar y en media hora me dará el alta, hasta dentro de una semana no me quitara las vendas. He elegido a propósito para estrenar mi culo, un vestido ajustado, pero sin que se marque el vendaje ¡qué hay que estar en todo!
He llegado a casa. No puedo evitarlo: cada diez minutos más o menos me toco el culo. Me gusta su tacto. Sentarme todavía lo hago con cuidado, no quiero que los implantes se desplacen y mis nuevas nalgas comiencen en el cogote. No sé cómo lo diré en el trabajo, pedí unos días a cuenta de vacaciones, imagino que no hará falta decir mucho, es más que evidente el tamaño de mi nuevo trasero.
Sigo tocándome, busco continuamente con la mano el volumen que ahora ocupa. Nos vamos entendiendo de maravilla.
Lo tengo todo pensado, siempre podré decir que mi última relación me dejó una gran huella, un recuerdo duro, hermoso, redondo... en definitiva un orgulloso culo.
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