Besos furtivos, ojos vidriosos, piernas largas y bronceadas, cientos de piedras y el sonido del mar. Una ola viene, otra se va, una ola viene, otra se va.
Hamacas de colores, botes de crema, revistas de hojas hinchadas por la humedad. Una ola viene, otra se va, una ola viene, otra se va.
Cuerpos fibrosos, tangas imposibles, toallas de publicidad, neveras sin sandías. Una ola viene, otra se va, una ola viene, otra se va.
¿Tienes fuego? Si. ¿Tienes un boli? Si. ¿Puedo saber tu móvil? Si. Silencio. Una ola viene, otra se va, una ola viene otra se va.
¡Reacción!, ¡Risas!, ¡Acción! Y la pregunta: ¿Y me lo das? No. Risas al compás. ¿Y tu número? Si, claro que si. Una ola viene, otra se va, una ola viene, otra se va.
y que sucede cuando las olas unicamente vienen?
ResponderEliminarCON
Que el tsumani llega...
ResponderEliminarbueno, tampoco hay que ser tan dramatico.....si las olas vienen tal vez es que les gusta quedarse y no desean el regreso......a veces el regreso es tan conocido que se prefiere no volver....
ResponderEliminarCON
Todavía tengo vivo el recuerdo de unas olas acompañando una danza amorosa frente al mar, solo a través de la pequeña ventana que nos conectaba con el exterior podíamos mirar juntos en la misma dirección, sin percatarnos siquiera del pequeño ramillete de flores secas que adornaba la mesa de la terraza. Solo hubo algo de lo que no nos dimos cuenta en ese momento...
ResponderEliminarCon, no es dramatismo, es una realidad
ResponderEliminarAnónimo, encantada de evocarte un recuerdo.