viernes, 12 de noviembre de 2010

DIEGO ARMANDO MARADONA





- ¿Y tú último deseo?
- Ser Peluuuuuuuuuuuuuuusa.
   Es lo último que recuerdo cuando se deshicieron de mí. Nunca imaginé que mis  congéneres pudieran llegar a tanto.
   Desde chiquito fui travieso, me gustaba jugar demasiado, destacaba sobre el resto de mis compañeros, irguiéndome en el pelo más visible de la melena que formaba mi mundo.
   ¡Si!, soy un pelo, y por definición: “filamento cilíndrico de naturaleza córnea, que nace en la epidermis de la mayor parte de los mamíferos”, pero no un pelo cualquier, tengo visión de futuro, aunque el resto de individuos de mi género no me comprendan.
   Mi mayor deseo desde la infancia, fue ser independiente; destacando siempre en la cabellera recién peinada, poniéndome de punta, para resaltar mi belleza azabache sobre el resto. Soy demasiado hermoso para mezclarme con el populacho y no exhibir mi beldad. Esta soberbia me ha traído muchos quebraderos de cabeza, si se me permite la expresión.
   Tardé en alcanzar la edad madura, el crecimiento de un pelo no es cosa fácil: un centímetro cada veinte días. Una larga vida, que con cuidados estéticos puede verse ampliada.
   Mis amigos de la niñez, los pelos más cercanos; al hablar de nuestro futuro muchos de ellos pensaban en formar parte de largas melenas artificiales en las que serían insertados, como ellos decían “el sumum de la perfección”, otros en cambio, eran tímidos, y hubieran preferido nacer en otra parte del cuerpo, no les gustaba sentir el aire libre en sus cutículas y yo....nuevamente, diferente, soñando con una existencia aventurera en la que conocer otras culturas, otras gentes, visitar otras cabezas.....y la única forma de conseguirlo, ya lo sabía entonces, era ser Pelusa.
   La idea no la tomé a la ligera, pensé en sus pros y contras, encontrando más de los primeros, de este modo transcurrió mi infancia y adolescencia, deseando alcanzar mi madurez peluda para formar parte de un nuevo organismo: la pelusa.
   Mis puntas estaban sanas, mis cutículas se podían flexionar sin quebrarse, era un pelo brillante. Poco a poco iba alcanzando mi madurez, y con ella la cita ineludible de mi destino. Así se lo hacía saber a mis amigos y vecinos, éstos siempre me daban la espalda retorciendo sus raíces, no queriendo saber nada de mí. Los oía cuchichear sin llegar a entender lo que decían. 
   Estaban compinchados, tramando a mis espaldas del modo más burdo, animándome a destacar, sabían que la soberbia era mi talón de Aquiles, urdieron una emboscada, haciendo sentir a la melena que me contenía incomodidad en el poro que me alimentaba...
   Ocurrió tan rápido, que no me dio tiempo a reaccionar. De repente vi una mano acercarse, tanteándome, dejando resbalar sus dedos por mis cutículas, girando de tal modo que me vi atrapado, oía las risas de mis compañeros alrededor, diciendo: -Has picado, has picado...
   El dedo siguió girando sobre si mismo, hasta que fui arrancado sin piedad, precipitándome al vacío, retumbando en mis oídos mis últimas palabras: “ser peluuuuuuuuuuuuuuuusa”.

   La nueva ubicación me desconcertó. Allí, sólo, en el territorio de mis sueños sin saber que hacer…
   - Rápido, ven. La Muerte Súbita está rondando
   - ¿Cómo? ¿Qué?
   -  No pienses, actúa- me dijo la voz.
   Girando sobre mí mismo alcancé el objetivo, me uní a otros pelos. ¡Por fin, lo conseguí! Era una pelusa, o más bien formaba parte.
   Como integrante tuve que renunciar a mi individualidad, asimilando una nueva forma de vida, procurando esconderme del terrible fantasma que podía acabar con mi nueva existencia.
   Enseguida tuve noticias de lo que se conocía como la muerte súbita; se trataba de un largo palo compuesto en su parte más baja, por miles de pelos, sintéticos, de extraordinaria habilidad para introducirse en los rincones, sacarnos a la luz y transportarnos en un recipiente plástico hasta nuestro destino final, la basura.
   La muerte súbita solía salir de patrulla casi a diario y a plena luz, así pues nos movíamos con rapidez durante la noche, buscando el rincón más inaccesible. Nuestro guía era una pelo rubio que  llevaba tiempo burlándola, conocía todas las estrategias necesarias para nuestra movilización y ubicación, tales como la importancia de las corrientes de aire de bajo nivel, producidas como nos explicó por la apertura de puertas, el no llamar la atención, dispersándonos durante el día y reagrupándonos al anochecer, buscándonos unos a otros, de tal modo que al unir nuestro cuerpos junto a las partículas en suspensión consiguiéramos un organismo compacto y de fácil transporte....
   ¡Qué dicha la mía! ¡Que apasionante existencia me había procurado!. ¡Qué plenitud!, ¡Qué felicidad!.... aunque ésta duró poco con “la cosa”. La muerte súbita, era inofensiva a su lado. Ella te llamaba con un ronroneo suave, acompañada de una vibración constante que te indicaba el camino, te envolvía en el aroma floral que despedía y la brisa, esa brisa, que te atraía sin remisión.... los míos y yo, caímos, nos dejamos engatusar por sus encantos, engulléndonos y succionándonos con rapidez. El aspirador acabó con mi vida.


jueves, 11 de noviembre de 2010

DEDICATORIAS

   He vuelto a recuperar las fotos que hice de las miles de dedicatorias plasmadas en los libros que me han regalado, vale,vale sólo son cientos, ¡qué le vamos a hacer!. Y entre ellas, una de hace tiempo, que me sorprendió, por no recordarla y es que la poesía nunca ha sido lo mio. El libro, un clásico entre los clásicos: Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

   Y ahí va mi historia, para ti R., aunque no haya leído el libro.

EL AMANTE 

     -¿Qué pasaria si pogueres reescriure la teua uida?- Le dijo en su lengua aprendida de niño, acariciando cada una de las palabras y dejando que se enredasen en su cuerpo.
     No supo que decir. El solo hecho de pensar en sus consecuencias, la paralizó. Ella se quedó naufragando en la atmósfera del café. No podía articular palabra.
     Se limitó a ofrecer sus ojos permitiéndole entrar en los lugares donde sólo viven las sombras para que él pudiera contestar la pregunta, mientras el eco de la misma subía sigilosa por su pierna.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

ROLLO DE PELICULA

Ayer me hablaron de cine, mas bien de directores con rigor histórico para ser exactos. Y me acordé de este rollo de película...

Es tarde, estoy cansada de dar vueltas y me duele el mundo que conozco. “Una vida entera dedicada al cine” dirá mi epitafio. Mi presente, otra: “Una vida entera dedicada a visualizar miles de imágenes, reteniéndolas, sin apenas tiempo de digerirlas”. Así transcurre mi existencia, gris y lúgubre, buscando el calor de un motor bien engrasado y soñando en exceso.
Quiero ser música  de cine en un día de lluvia, quiero sentir el refugio de mi alma tras los cristales, alcanzar mundos paralelos donde moverme como los vestidos de noche de las grandes actrices de Hollywood, respirar el aroma de la tierra mojada.
Quiero sentir la calidez de la madera de los decorados, escurrirme por el vacío de los objetos de atrezzo y acariciar la luz inventada de sus escenarios, sin saber si es de noche o de día, sintiendo sólo el momento, el preciso instante de la acción, recrearme en la visión de paisajes y animales exóticos, morar habitaciones amplias, gozar en las camas de ensueño y paladear las delicatessen que visiono, abandonar esta existencia fría de caja de metal, fundirme en las imágenes que proyecto y dejar de ser continente para ser contenido.
 Siempre rodeada de máquinas, clichés, negativos, latas, bandas sonoras, reproductores, manos que me soban y me trasladan cada noche del armario al proyector.
No quiero ser más un rollo de película.

martes, 9 de noviembre de 2010

LA VIDA ES CAPRICHOSA II


   ¡Sí!, repito título, luego sabréis porqué. Este ha sido un fin de semana, “de escándalo”, parafraseando a Mª. Mi fin de semana empezó el miércoles (una que es precoz), entre sábanas y buen vino; Jueves una clase de yoga de esas que te dejan la energía kundalini patas arriba y clase de danza del vientre de las que te dejan la sensualidad a flor de piel; Viernes con unas compras en el universo de los mayoristas, pasando un frío de narices en la zona de refrigerados (a punto estuvo de atendernos un pingüino), visita express al universo Hacendado (sigo pidiendo royalties) y ración de curvas para llegar a nuestro destino, con aroma a carne, leña soriana y el equipo del DJ.
   Lo mejor vino después, cuando T. vio mi imán en el coche y me preguntó; al decirle que escribía por encargo, se acordó de su amigo A. y nos puso en contacto. ¡Gracias T.! Me gustó la idea, me gustó su seriedad y me gustó su tesón, ahora solo tenemos que negociar, menos mal que cuento con la mejor manager. Me da en la nariz que en breve iremos a Toledo.
   De camino a casa, me llamó S♂. que me estaba esperando en el bar del pueblo. Dimos de comer a los de la pizzería (como dice una amiga, hay que dar de comer a todos) y nos retiramos a nuestros aposentos, al día siguiente nos esperaba un día muy duro: la celebración del cumple de una amiga.
   El fin de semana, fue un sufrimiento total: gente que no se conocía de nada, con un buen rollo impresionante; unas brasas para la carne, que ni el mejor de los restaurantes segovianos, un DJ entregado desde el minuto uno hasta el domingo por la mañana; un mojito a granel (la evolución cool de las sangrías..Ahí os dejo la idea, ¡reflexionad!) que sirvió de entrante para las copas, unas copas vip (Chivas Regal 12 años) que empezaron con gafas de sol y acabaron a la luz de la estrellas, un par de visitas al kiosko del pueblo a reponer material y el broche final de la noche: una hostia en patinete, ganadora del mejor video de caídas, patrocinada por J. y servidora, y la última copa-colacao-caféconmagdalena-martini-cerveza en el único bar abierto, donde los lugareños, en concreto C. se deshizo en atenciones, sobre todo con MªM., que como quería tener tertulia con ella, ésta aprovechó para robarle su “tesoro” o “hacedor de risas”. Y donde S♀., la cumpleañera, desplegó sus encantos para sorpresa de propios y extraños.
   Al día siguiente siguió el sufrimiento: En el mismo bar con el caféytostadascontomate-cerveza-cocacola, y su despliegue de Ray-Ban, recordando los mejores momentos del día anterior; paseíto por el río, los más valientes y frescos que subieron al Castillo; fideua con mucho sabor y una tarta aún mejor; y en un pis-pas todo recogido y cada mochuelo a su olivo: Soria, Santander, Alicante, San Antonio de la Barquera, Tavernes, Sagunto, Madrid….
   ¿Y después de todo esto os preguntareis que por qué es caprichosa? Os lo diré, mis caprichos sois todos.
   N. y su historia boxeadora (te debo un post), L. y su simpatía contagiosa y encanto. ¡Chicos nos vemos tomando cañas!. Mª la única capaz de cortar a J., con su humor rápido y desde luego, la mejor posando. R. la guardiana del volumen nocturno, el oscar a la mejor actriz por su papel en “cari, deja ya de tontear con todas” y su “YO PASO”. J. “Mr. Buda-feliz”, con tus historias militares y tus piedras. Avisa cuando tengamos grupo informático y tu fiel escudera Mª A. frágil únicamente en apariencia, discutiendo serenamente sobre la lengua local. JM con sus bailes y verdades vitales, H su calidez alemana y buena sintonía. J. con su humor inteligente y la pose de guardián del DJ, L y su sonrisa amplia. T. el primo de zumosol, el amo del fuego y el DJ residente. A, el encanto de la seducción cercana, la conciliadora, G. master en gominolas, negocios y vinos. MªM la periodista audaz y empapándose de la noticia (ejem, ejem). E, mi tocaya, con sus ganas de repetir. Podría deciros muchas cosas más, me las guardo, quiero que seáis siendo mis caprichos.


viernes, 5 de noviembre de 2010

LA SANGRE DE OTRO

   Ese era el título original de la historia que no es más que una recreación de una noticia que leí y me dejo impresionada. Hoy he decidido cambiarla. Ayer vi un cartel de camino al trabajo y hoy he salido del trabajo, con un mosqueo considerable. Hasta ahora nunca había tenido problemas con mis compañeros, hasta ahora nunca había trabajado con un familiar directo de mi jefe y este último factor ha sido determinante para la situación que se ha producido hoy.
No diré nada más. Os dejo el cartel y la historia.



   Sabes que no te sé decir que no, así que haré lo que me pides, pero…-le contestó de la misma forma, a la pregunta, que cuarenta años antes le había hecho.

   Amparo sabe que es un hombre de palabra. Lo demostró viviendo a su lado. Lo que ahora le pedía comparado con el esfuerzo de matar a un hombre joven y sano, era una menudencia. Ella apela al profundo amor que se tienen.

   Beltrán no duerme por las noches, tiene los brazos agarrotados y las manos llenas de sangre ajena; no puede hacer nada con ellos, se los mira asustado, ¡ni siquiera sabe si le pertenecen!, sin embargo son suyos aunque por ellos corra otra sangre.

   Ha cumplido su promesa, ahora podrá decirle que duerma tranquila, que él, su hombre cumplió. Se acabaron los amigos, las partidas de dominó, los chatos con la peña, los encierros de las fiestas. Beltrán se apagará, desaparecerá de la vida pública, solamente hallará consuelo en la luz cegadora que desprende ella.


   Fue así y ahora también. Desde aquel día en que su marido los presentó, recién contratado, para trabajar las tierras del camino, las que están alejadas del pueblo. Convinieron en que podría habitar la casucha- Arréglatelas con ella- le dijo entonces. Sin saber que ese día su vida ya estaba sentenciada a la voluntad de una mujer menuda de ojos negros. Comenzó su vía crucis.

   Arregló la casucha, sintiendo por primera vez el calor de un hogar y comenzaron las miradas furtivas, los vasos de agua con insinuación. Él atento, firme en su posición de jornalero; ella atrevida, arrogante en sus lances, tímida en las distancias cortas, mostrándole las señales… y él no supo decir no. Se dejó hacer, llenarse la cabeza de ideas, el cuerpo de besos y mordiscos, el miembro siempre a punto…y ella poco a poco llenando su espacio, convirtiendo la casucha en una extensión de su propia casa y él mirando con extrañeza, sin atreverse a contrariarla, únicamente con cabeza para pensar en el Alfonso, el otro, su marido –¡el día que se entere, se lía!

   Llegó el día de la promesa. Amparo estaba embarazada- No hay duda, es tu hijo- le dijo, poniéndole las manos en su vientre. Tienes que hacerlo, no hay otra salida.

   Y él sin voluntad, pensando en su único hijo, ese que les abandonaría años más tarde. Él que nunca había tenido nada, se encontraba amando a una mujer que era la esposa de otro, esperando un hijo que siempre arrastraría la vergüenza de sus padres, viviendo en una casa que no era suya y a pesar de todo, deseaba lo ajeno y por eso nubló su mente y usó las manos que le sustentaban…

   Ella se mantuvo al margen. –La familia sospecha, no podré seguir viniendo- dijo la noche anterior a que hundiese sus dedos en el cráneo del otro, del usurpador. Cuarenta años viviendo con la viscosidad de los sesos, cuarenta años al lado de la mujer que tanto ama, sin explicarse todavía el por qué.

   Amparo está segura, quiere que lo haga otra vez, que mate de nuevo. Quiere acabar con su vida, que sean sus manos, las que tanto ha besado, en las que ha buscado refugio, las que ejecuten su deseo. Sabe que nunca ha estado a la altura.

   Las paredes de la casa rezuman miedo, rabia contenida, y ella lo ve, cada vez se hace más presente. No tiene una casa, sólo un lugar donde los recuerdos vagan por el suelo, salen por los espejos y se enganchan al alma.

   Mientras esperó a que Beltrán cumpliese condena, ella murió. La mujer menuda y alegre, la mujer que era fuerte y estaba segura de su amor, se encerró en las casas del camino, trabajó las tierras que habían sido suyas, sacó adelante a sus hijos, sin hacer distinción. Él, mientras tanto, encerrado; contando los días primero, luego abandonado, vencido y quince años después: el encuentro, uno frente a otro, dos desconocidos que se amaron y necesitan seguir haciéndolo, castigados por el peso de la culpa compartida…una soledad que los reunió, en su casa sin vida, habitada por imágenes de una pasión que sintieron, por fantasmas quejosos de honor, unidos por la devoción del sacrificio del otro en un destino difícil.

   Beltrán está cansado de dar excusas. Amparo insiste, no aguanta más, pero no tiene fuerzas para hacerlo, se lo pide un día tras otro, quiere morir en sus manos, que sean ellas las que acaben con su vida- Tienes que hacerlo. No hay salida- le dice, como cuarenta años atrás.

   Procura dejar la casa limpia, a Tomy, el perro fiel, comida suficiente para una semana. Se acuesta a su lado, las pastillas todavía tardarán en hacer efecto. Él, su hombre, de nuevo cumple la promesa.

jueves, 4 de noviembre de 2010

COSAS QUE NUNCA TE DIJE


¿Quién no ha pensado alguna vez esta frase? ¿Quién se ha arrepentido de callar algo? ¿A quién le ha pesado no decir a tiempo su verdad?
Os dejo una historia de hace tiempo, no se si responde a esas preguntas, espero vuestros comentarios.


SABANAS BLANCAS


   El camarero nuevamente se acercó a la mesa veintisiete, en sus manos y encima de la bandeja bailaba un pequeño sobre a nombre de SR. VIRTUDES. Lo miró inquisitivo, ¿sería un apellido o un sobrenombre?
- ¿Sr. Virtudes?
- Sí
- Tenga, han dejado esto para usted.
- Gracias.

   Pablo esperó a que el camarero desapareciera entre las meriendas para abrir el sobre, cuyo contenido sospechaba. Con una delicadeza extrema procedió a su apertura; en efecto, la letra era de ella, a pesar de no haberla visto durante tantos años todavía recordaba sus formas redondas (las de su escritura y su cuerpo que seguían pululando en su mente)

   Estaba fuera de juego, tan solo un par de horas antes, había vuelto a escuchar su voz, después de ¿cuanto?, ¿siete?, ¿ocho años? Demasiado tiempo para llevar la cuenta de una ausencia.

  Había decidido quedarse en casa esa tarde, anulando sus escasos compromisos, prefiriendo ver pasar el tiempo, cuando el sonido metálico del teléfono le sacó de su ensimismamiento.
- ¿Si?, dígame
- Hola, soy Ana
- ¿Ana?
- Si, Ana,¿no te acuerdas de mi?
- ¡Joder, Ana, ¡qué sorpresa!
- Yaaaa
- Y...¿ A qué se debe?
- Veras, esta noche he soñado contigo y necesitaba oír tu voz...Bueno ¿qué tal estás?

   Sin apenas tiempo de reacción después de lo que había escuchado solo pudo contestar
- Bien
- Por cierto, sería mucho abusar de ti, si te pido que nos veamos, en la cafetería del “Royal” ¿te acuerdas?
- Pues...no, o sea si, no se, bueno... ¿a qué hora?
- siete ¿te parece bien?
- Vale

   La línea telefónica muerta le devolvió a la realidad, no podía creer que la conversación que tanto había deseado se hubiese producido siete años después. No quería parecer paranoico y comprobó la última llamada recibida para cerciorarse.

   Miró el reloj nervioso, ¡Dios mío, qué tarde es! Estaba desconcertado, sólo podía pensar: ¿Y si no me conoce? ¿y si no la conozco? ¿y si al final no se presenta? ¿y si no voy?......demasiados condicionales... Se tranquilizo e interpretó la llamada como una señal y dispuso que acudiría a la cita, eligiendo cuidadosamente su vestuario.

   En alerta con todos sus sentidos, Pablo, entraba en el Centro Comercial con paso decidido a la Cafetería. Tomó las escaleras mecánicas y a la altura de la cuarta planta atisbó una larga melena ¿era ella? Le pareció que si, hizo ademán de avisarla pero ¿Cómo? ¿Gritando su nombre? ¿Chistando? Decidió no precipitar las cosas, habían quedado en la Cafetería y allí se verían.



   Con los dedos temblorosos, el corazón en un puño y con la certeza de que Ana no asistiría a la cita, comenzó a leer la carta:

   "Pablo, querido. Sí, lo se, se que habíamos quedado, se que estarás sentado en la mesa que tantas veces ocupamos, se que te estarás preguntando el porqué de mi llamada. Ten paciencia, Pablo, estoy intentando darte una explicación.
   Como te he dicho es cierto que he soñado contigo y me he levantado con la necesidad imperiosa de llamarte, de oír tu voz, de saber de ti después de tantos años.... Morfeo es caprichoso o quizás no sea él y sea mi conciencia la que en forma de sueño me pide que asuma los errores del pasado, dándote explicaciones de mi abandono.
   Siete años....¡cuánto tiempo para enfrentarse al pasado y qué poco para vivir! ¿no?. ¿Y cómo empezar?. Te diré que sigo en esta caótica ciudad a pesar de haber pensado mil veces en dejarla, que durante este tiempo he teorizado con la posibilidad de encontrarte en sus calles, sin que el azar me ayudase. Que desaparecer de tu vida no me fue fácil, puedes estar seguro....pero había algo que me lo impedía. Algo que tenía que demostrarme y probarme. La verdad es que no se cómo decirlo....no encuentro las palabras. 
   Conocí a alguien que fue muy especial; ahora ya no forma parte de mi vida, pero entonces fue un torbellino que puso patas arriba toda mi existencia, me instruyó en un amor diferente, en un modo de ver la vida que yo desconocía, haciéndome protagonista de su mundo, de su casa, de sus cosas......de ella. Tú la conoces. Si Pablo, se trata de Paula, mi amiga desde el colegio, mi mentora y mi consejera en mis relaciones con las mujeres. A estas alturas decirte que soy lesbiana me parece obvio, pero también etiquetarme así; por encima de todo soy Ana la mujer que te quiso, la mujer que te debía una explicación después de tantos años, la que te confiesa lo caprichosa que ha sido la vida con ella y lo mucho que deseaba verte y la poca valentía que ha tenido, escribiendo a tropel estas palabras para que te duelan menos que habérmelas oído. Gracias por acudir a esta cita. Quizás algún día nos encontremos, el destino puede ser generoso.Tu Ana,"




   -Disculpe caballero, ¿puedo retirar, ya?
Pablo levanta la cabeza desconcertado, no sabé quien es. El camarero sigue con la interrogación colgada de su boca.
   -Ehhhhhh, si, tráigame la cuenta
   -Enseguida

   Vuelve a introducir la carta en el sobre, se encuentra cansado, abatido, infinitamente tonto, no le valen las explicaciones, Ana seguirá siendo el fantasma que está por volver.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

LO ECOLÓGICO

   He encontrado a mi asesino. Ha sido este fin de semana, en Madrid, en medio de vampiros, diablos y brujas importadas con pelo acrílico. Después de compartir unos martínis practicando italiano con un senegalés; unas cañas a un ritmo frenético; tomar unas tapas como si nos fuera la vida en ello; asistir a una lucha dialéctica, por algo que pasó hace mucho tiempo y no merece la pena reincidir; hacer entrega de unos gatos a la gatita más mimosa; descubrir con placer la buena conversación de mi comensal de enfrente y después de recibir un piropo de mi hermana.
  Allí estaba, ante mis ojos, posando para mí, con la timidez propia del que se siente observado, con los anillos que han visto la sordidez de los puticlubs de una ciudad de provincias, con sus uñas perfectas y una ironía sutil, oliendo a Memphis por los cuatro costados.  Es él, mi asesino, pero sólo por hoy.



.

Os dejo su camisa, sus manos y su historia:

     - Sí, ahora que lo dices; sí, voy notando algo.......gracias....

Estas fueron sus últimas palabras, el crimen perfecto se había perpetrado. Nunca lo imaginé así, con esa ridícula simplicidad, a pesar de tener a priori todos los elementos que intervendrían en mi obra de arte controlados.

Señores, soy asesino por vocación; accedí a este oficio de manera intelectual, el gran Thomas de Quincey y su maravillosa obra “Del Asesinato considerado como una de las bellas artes”, han sido mis guías. Desde edad temprana leo con avidez la sección de sucesos buscando aquella acción que me traslade por su belleza a un plano superior. Además de estas lecturas, me he procurado una sólida formación en asuntos tales como medicina, química, criminología y psicología.... ciencias que me han permitido ahondar en el apasionante mundo de las pulsiones humanas llevadas a su máximo exponente: la muerte de un individuo ( en los animales no estoy interesado).

Tras años de estudio, he alcanzado la madurez necesaria para acercarme a este arte desde su práctica. He cruzado la frontera, y después de poner mis neuronas a funcionar, he hallado la solución o mejor dicho, el mayor placer para cualesquiera asesino que se precie: el crimen perfecto. No esos sujetos chapuceros que buscan notoriedad con sus malas actuaciones, carne de periódico y libros autobiográficos en los que buscan el perdón de la sociedad.

Yo no soy de ésos, yo busco la gloria en el anonimato. Saber que mi acción delictiva nunca podrá ser penada pues en su ejecución no existen pruebas de mi culpabilidad.

Cierto es que tardé años en dar con la solución a mi propósito, y gracias a mis estudios criminológicos, cayó la manzana, se encendió la bombilla y pasé a la acción.

Decidí que la víctima no debía tener ninguna relación conmigo, gracias a mi empatía no me costó ningún trabajo entablar contacto con ella; el paso siguiente era conseguir que ingiriese una solución química (cuya composición no desvelaré) con efectos vasodilatadores, relajantes y con resultado de muerte sin dejar huella en el organismo, consiguiendo que la víctima luzca un semblante de aparente felicidad y.... el toque final: de nuevo gracias a la química lo conseguía, sosa cáustica en una bañera y por arte de birli birloque, gracias a un proceso tan antiguo como la saponificación conseguiría mi éxito. La masa informe en la que se encontrarán el cuerpo dificultará enormemente su identificación y mucho más el análisis del mismo.

¿Cómo conseguir que alguien por su propio pie entre en una bañera? Mi fórmula por su efecto vasodilatador, en el corriente sanguíneo consigue aumentar la temperatura en el organismo, con el subsiguiente acaloramiento de la victima, de modo que desee fervientemente sumergirse en agua. Con el cuerpo en dicho elemento, se introduce en proporción de 4/5 partes del peso de la victima, sosa cáustica, dejándola macerar durante una semana, con una pizca de romero, (un capricho este último ingrediente y es que soy un sentimental).

Y el resultado final de mi asesinato, espectacular: la obtención de un maravilloso jabón hipoalergénico, con aroma de romero.

   Ahora ya puedo afirmar que no sólo soy un gran teórico de la muerte violenta sino que he contribuido con mi acción a figurar entre los grandes asesinos de la historia, por mi eficacia y por conseguir un resultado beneficioso para la industria cosmética, al crear el primer jabón sin principios alergénicos y con esencia de romero.

miércoles, 27 de octubre de 2010

MAS CHULA QUE UN OCHO

Soy más chula que un ocho, tanto como para atreverme a darle a una conocida escritora uno de mis escritos, concretamente el que a continuación os dejo. Lo escribí hace tiempo y la casualidad o la causalidad, ¿quien sabe? hizo que una compañera de trabajo me dijera que estaba en Valencia, presentando su último libro y que seguramente firmaría luego ejemplares. Allá que nos fuimos las dos.
La sala estaba llena de gente y hacía mucho calor, después de hablar de su proyecto literario y atender a la rueda de preguntas de los allí presentes, comenzó la firma de ejemplares. Se formó una fila anárquica, como siempre ocurre, y con paciencia y mucho calor allí estábamos, esperando nuestro turno.
Y llegó el momento en que nos vimos frente a frente, le pedí si podía hacerme una foto con ella, a lo que accedió y cuando iba a firmar mi ejemplar, le dije que me había tomado la libertad de entregarle algo que había escrito.
De nuevo la casualidad o causalidad, hizo que un desconocido me diese fuego, sin cruzar palabra, mientras trasteaba buscando el mechero en el bolso, con  el móvil en la oreja, para a continuación encontrarme con M. y unos amigos. Me sentí como Umbral: "He venido aqui a hablar de mi libro". La noche acabó con risas y cervezas.

Ahí os dejo, la foto y el escrito. Espero que lo disfrutéis tanto, como yo lo hice al escribirlo.


¿Qué pasaría si… al despertarme un día fuese Almudena Grandes?
 
Me daría un susto tremendo al mirarme al espejo, aunque me reconocería, estoy segura, mi pelo seguiría siendo moreno, más largo desde luego y mi cara tendría más arrugas de expresión; con seguridad diría:
-       ¡Coño!, Soy Almudena Grandes.
 
Y con este nuevo aspecto, metida en su piel, disfrutaría de sus ojos para ver historias en cualquier detalle, en cualquier persona y me lanzaría a las calles de Madrid: a empaparme de sus gentes; a pisar el suelo donde tantas cosas han pasado; a disfrutar de unas cañas y unas tapas, rememorando los tiempos en donde el viajero era agasajado con un trozo de queso para que no sufriese de los desmayos propios de la ingesta de alcohol en ayunas; a recorrer las estaciones de metro que sirvieron de refugio en la cercana guerra civil; a pasear entre los árboles centenarios del Retiro y buscar las pocas ardillas que quedan; a ver la Cibeles y Neptuno e imaginar unos esponsales que nunca llegan; a recorrer los muros de las Descalzas Reales imaginando amores imposibles; a mezclarme con las cientos de nacionalidades del barrio de Lavapies; a perseguir una imagen de San Miguel entre las almonedas calorras del Rastro; a criticar a Gallardón y su Madrid faraónico; a invocar a los muertos en el mágico templo de Debod; a sentarme en una de las terrazas de Pintor Rosales escuchando conversaciones ajenas y luego volver a casa andando, por esa ciudad caótica, dejando reposar los detalles, las sensaciones, el impulso de querer saber más…dejarlo macerar como unos buenos boquerones en vinagre y pasado tres días, enfrentarme al papel en blanco,  pidiendo ser usado…
    
     Poco a poco aparecen unas letras: redondas, claras, legibles al principio, a medida que avanzan por el inmaculado papel se convierten en garabatos picudos, esbozos de caligrafía, signos y abreviaturas ilegibles al profano; que van adquiriendo significado unos detrás de otros. Y tras el primer folio, un descanso, para tomar perspectiva, intentando saber si tengo una historia o solo un boceto más que guardar durante meses, para luego ser desterrado del cajón de las ideas y acabar en el contenedor de papel reciclado.
 
     A veces ocurre que al otear los folios escritos, mis líneas se convierten en olas arribando a una playa tranquila y desierta; movidas por una corriente suave. Y sólo entonces pienso que mi próxima historia está ahí, en ese mar de palabras donde los personajes ya se han bautizado y pasito a pasito comienzan a moverse con facilidad por el fluido lingüístico que les he creado y ellos, en compensación, me crean a mí, haciendo que me sumerja en lugares donde quizás no haya estado nunca, sienta emociones que todavía no me ha tocado vivir, sufra y disfrute con ellos, creciendo a su ritmo, unas veces con más acierto que otras; inundando de sustantivos, adjetivos y verbos, los folios en las semanas siguientes. Y volver a los autobuses atestados de gente, escuchar el silencio sonoro del jardín del Museo Sorolla, andar entre los sarcófagos en el Arqueológico, perderme en los paisajes surrealistas de los cuadros de Dalí, sólo por el puro placer de despistar a los personajes, de que crezcan en mi ausencia y maduren sin mi mano protectora… para encontrarlos ansiosos por mostrarme sus logros, por sorprenderme con sus andanzas… así hasta llegar al fin de sus días, cuando sus bocas no tengan nada que decir y no me necesiten. Cuando vivan y muera por mí, con la misma intensidad que yo lo hago con ellos.
 
     Y después sólo después… despertarme un día siendo Eva María Sánchez López.

martes, 26 de octubre de 2010

LOS PLACERES DE LA CARNE

     Este año le estoy dando a la aguja, !no penséis mal! acompañada de hilo y es que he recuperado una de esas cosas, que te enseñan de pequeña, que es coser. A mi madre le gustaba coser, vienen a mi memoria, vestidos infantiles en tres tallas diferentes, disfraces desde el traje de chulapa hasta de fresón, bolsos, mochilas... . En mi caso, mi aventura es mucho más humilde, son broches, sencillos y resultones.

     Quiero presentaros uno de ellos, que nació de los placeres de la carne, en este caso, de la carne a precio de mercado, con salidas y domicilio, con elegancia y discreción y descuentos los días del espectador... y no hablo del cine.



     Y me he acordado de Caye, la protagonista de una canción de Manu Chao y de la película de la que era su banda sonora. E inmediatamente ha venido a mi mente otra Caye, a la que no conocí, pero que en muchas ocasiones ví. Ahí os la dejo, deseándonos buenas noches.


CAYE

     Frente al espejo comenzó a arreglarse: sus ojos verdes acentuados con una sombra malva, sus pestañas rizadas hasta lo imposible y sus labios carnosos de carmín, resaltaban su piel morena. Se vistió despacio: una camisa entreabierta, unos pantalones que marcaban las caderas y unos zapatos de tacón, conformaban el conjunto. Sin desearlo, estaba guapa.
     Miró el reloj, tenía que pensar en irse, de lo contrario llegaría tarde a su cita. Durante el trayecto en el metro, recordaba su tierra y a sus padres, a los que tuvo que convencer con mil argumentos para que consintieran en dejarla cruzar el charco y venir a Madrid, a intentar cambiar su negro destino.
     Llegó a la estación: LAGO. Las copas de los árboles se mecían en el aire, era septiembre, la noche estaba tranquila y había poco tráfico. Se detuvo un coche, su ocupante hizo un guiño; ella sopesó la situación y tras un breve vistazo, se decidió y subió al coche.
     Sabía que lo que vendría después no duraría mucho; mientras su cuerpo trabajaba, sólo podía pensar en esa negrura que no la abandonada

miércoles, 20 de octubre de 2010

LA COMUNIDAD

   Me encanta mi comunidad. Rectifico, me gustan algunos de mis vecinos. Llegar a casa y encontrarte gente dispuesta a echarte una mano con una puñetera pieza que no hay forma de encajar, con una llave Renault poseedora del secreto de la dichosa pieza, es un lujo. Esto acaba de ocurrir.





Aunque siempre superable, sin ir más lejos ayer, donde descubrí unas cervecitas a la luz de las estrellas, con algo de frio, eso sí,  que fue mitigado con el calor de unas brasas y toda una oda al colesterol:¡Viva la panceta, el chorizo, la morcilla, los churrascos y la salsa chimichurri!; aderezado con buena compañía y trufas de postre. Gracias S. y J., R. y C. ¿Cómo no me van a gustar mis vecinos? Y si no, mi hada madrina, vecina también, que me cuida, mima; a partir de Enero jugaremos a ver quien de las dos tiene más regalos franceses;  y su hijo, que fue alumno mio, proyecto de hombre en estos momentos, que juega a ser mayor cuando habla conmigo.

   También hay otro tipo de vecinos, algo siniestros, como Andrés, al que conocí en mi barrio, en mi adolescencia. Sus ojos negros te miraban fijamente cada vez que pasabas por su portal, aparecía y desaparecía a temporadas, con el tiempo supe porqué. Os dejo su historia.

ANDRES

   Madre dice que no diga tonterías, que me deje de pamplinas, pero yo se que soy hermano de Felipe, que de pequeño me abandonaron y madre me cuidó y me sacó adelante, que mi verdadero padre es Juan Carlos. A madre no le gusta que diga esas cosas, se pone triste, y es que me altero mucho si alguien me lo discute y a veces hago daño.

   Ahora duermo todos los días con madre, desde que han cerrado El Recreo ya no tengo que compartir mi habitación con otros; me gusta estar en el barrio, otra vez, han cambiado muchas las cosas, menos las escaleras de mi portal, me gustan mucho.

   Allí tengo todo lo que necesito. Me tranquiliza el olor de la madera vieja, pasar la mano por la superficie irregular de los escalones gastados, gritar mi nombre por el hueco para que las paredes me lo devuelvan, hacer preguntas esperando respuestas. La loquera dice que tengo que hacer lo que me guste sin molestar a los vecinos, que si se entera de que hago daño me llevará otra con los otros y eso no quiero.

   Hoy la he visto, tengo que enseñarle mi castillo, cualquier día se lo digo. Estoy bien, madre está más tranquila, aunque a veces mira buscando algo en mis ojos, me pone muy nervioso, y me dan ganas de pegarle, pero luego se me olvida todo. La quiera mucho.

   Nos hemos cruzado, mientras subía a su casa, bueno, ya no vive aquí pero viene a ver a sus padres, ella tampoco ha cambiado casi, lleva el pelo de otro color, eso si.

   He soñado con ella y esto es lo que le decía:
   -Dime algo que no le hayas dicho nunca a nadie.
   -No sé, Andrés, no sé que decirte.
   -Vale, entonces, ¿Quieres ver mi castillo?
   -¿Qué castillo?
   -Ven, ven, sígueme.
   -Es muy bonito, Andrés.
Y entonces me he despertado. Creo que es una señal, cuando la vuelva a ver se lo diré.

   Llevó tres días pegado a la mirilla. Vigilando para verla, madre me dice que no es bueno que me obsesione con las cosas, pero ella no lo entiende. No molesto a nadie y sólo quiero que vea mi castillo, ya está.

  
   - Ya sabes, es jueves, y voy al barrio a ver a mis padres. Quedamos otro día, ¿vale?
   - Vale, venga hablamos mañana y lo celebramos.
    Celia, colgó el teléfono. Tenía ganas de celebrar con sus padres el ascenso. No les había avisado para darles una sorpresa. Con una bandeja de pasteles en la mano, metió la llave en el portal. El ascensor recién puesto todavía no funcionaba, con las ganas que tengo de estrenarlo-pensó. Y es que no quería encontrarse con Andrés. Le conocía de toda la vida, no podía decir que le tuviese miedo, aunque si respeto. Desde que había vuelto, estaba más inquieto, cada vez que se lo encontraba evitaba mirarle a la cara, no podía soportar el sentirse observada, ver cómo le desnudaban esos ojos, y la cantinela de “dime algo que no le hayas dicho nunca a nadie, dime algo que no le hayas dicho nunca a nadie”. Su madre, una pobre mujer, siempre le disculpaba. Celia, mujer, tranquila, que es inofensivo, con la medicación está controlado-le decía.


   La ambulancia tardó en venir. El aviso recibido desde la emisora había dicho que se trataba de un 3-0-3.
   - ¿Se encuentra bien?
   - Muy nerviosa, agente, y es que todo ha sido tan rápido, que no sé como ha ocurrido.
   - Tranquila, es normal, siéntese y cuénteme
   - Verá, iba a casa de mis padres, suelo ir una vez a la semana, son mayores ¿sabe? Y …
   - Tenga, un poco de agua le vendrá bien.
   - Gracias. Es que ha sido todo tan rápido. Al entrar en el portal ya le he visto asomado por el hueco. Mientras yo subía por las escaleras, él decía mi nombre. Nos conocemos de toda la vida, sabíamos que no está bien, pero no era peligroso… Cuando he llegado al tercero, se ha puesto un poco nervioso y no paraba de decir que quería enseñarme su castillo. No sabía que decirle, he intentado tranquilizarle, pero insistía tanto… estaba fuera de sí… y
   - Respire profundamente, tranquila.
   - Pues.. con el alboroto su madre ha salido y entonces él me ha cogido por el cuello y un cuchillo ha empezado a decirnos que no estaba loco, que por qué nadie le decía la verdad, que dónde estaban sus verdaderos padres, que no quería hacerme daño, que sólo quería enseñarme su castillo… su madre intentaba calmarle, pero él cada vez se ponía más nervioso y entonces… no se cómo pero me ha soltado y se ha tirado por el hueco de la escalera…


   Aquí estoy bien, me gusta el suelo frío, me gusta ver las escaleras, no me gusta que madre llore, no me gusta que Celia esté así. Me gusta la paz que tengo, aunque no haya podido enseñarle mi castillo.

martes, 19 de octubre de 2010

LA VIDA ES CAPRICHOSA

Es mi frase.

   Ya no sé si la inventé o ya lo estaba y la hice mía, da igual, el resultado es el mismo: es una verdad como un templo. Y si no,¿ por qué no he podido ir a mi primera clase de teatro? ¿por qué alguien ha decidido morir en las vías de un tren, hoy? ¿Por qué he puesto una nota en un deportivo con  asientos de piel? ¿por qué invité a un desconocido a tomar café a casa? ¿Por qué un africano enseña a bailar salsa a una sudamericana?  ¿Por qué actúan los Lori Meyers por cuatro euros?  Caprichos, casualidades, señales... llamadlo cómo queráis, pero están ahí delante de vosotros.

   Ahí va la lista: De los visibles: el juego de café que jamás me hubieran regalado de no haber venido a Valencia; la cafetera con la receta secreta de la italiana E. la única ausente; las cucharas que después de dos años descubrí que hacían juego con los estores de la cocina; las tazas azules del cumple en el que todos decidieron regalarme bolsos, en un garito en Oporto; los posa vasos de Rodilla que automáticamente relaciono con las bizcoletas de Viena Capellanes (probadlas!); el universo "Hacendado" en forma de sacarina (pido royalties desde aquí), los pies de S. (soriana de un corazón enorme) a la que conocí cuando S. decidió volver; la tónica de A. y el móvil de G. (hermanas que me han enseñado lo que significa que te acaricien el alma), a las que conocí por S.; los pies de B. ( el hombre por descubrir) al que conocí por E; los pies de A. (un diamante en bruto)  la que conocí por E; los pies de E. (mi tocaya, hablamos el mismo idioma)  a la que conocí por V., los pies de S.(mi Amigo) al que conocí por AB, la taza de N. (la dulzura personificada) a la que conocí por E., el vaso con las hierbas ibicencas de cuando tenía otro estado civil, y en el anonimato la taza de A.(el que será mi profe de teatro, si otra muerte no lo impide), el palet de obra de barrio pijo convertido en mesa.

   De los invisibles: el éxito del fuego a pesar de las piezas que sobraron al montar la barbacoa y la hierbabuena seca, el chill-out camaleón, el postre de Ampa, la sesión de trivial, primero el petardo (regalado por petardas también)  y después el serio (regalo de los Reyes y de mis hermanas), el universo porno,  la picaresca española hecha verbo, las clases de salsa sin mujeres, la coña del mechero-ligón, el poder de Africa...

   Y después de todo esto, ¿quien se atreve a decir que la vida no es caprichosa? ¿qué los que compartimos horas, comida, risas, bebidas, juegos, conversaciones, proyectos, ideas, muchas ideas.... no somos más que caprichos?

  


jueves, 14 de octubre de 2010

MIS HOMBRES

  

 Tengo muchos hombres en mi vida, y esta noche me apetece hablar de ellos. No tengo hermanos,  he estudiado en un colegio de monjas,  asi que mi relación con ellos ha sido tardía. Amigos, amigos, lo que se dice amigos, llegaron en la facultad, y a día de hoy, puedo decir que tengo muy buenos amigos, algunos los veo más que a otros, pero todos están presentes en mi día. Hoy sin ir más lejos, V. y A. me han dado los buenos días y me han puesto al corriente de sus fines de semana-puente, con ellos hablo a diario. Con V. me río un montón, aprendo muchas cosas aunque él lo dude. A A., la timidez le puede, aunque no le impide mostrarme su mejor yo.

   Luego está P.,  la voz de la experiencia, con frases tan geniales como: "mi hijo me ha enseñado dos frases en inglés que me sirven para todo: "I don´t speek english" y "Oh my God, I can´t believe it", no se si ha sido la pronunciación o la explicación de la segunda frase, la que me ha producido un ataque de risa. Está S., ya no comemos juntos, ha vuelto a su/mi ciudad de origen, pero seguimos teniendo nuestras charlitas y nuestras preguntas sin respuestas.  P. me gusta por haberme hecho participe de su universo soñador,  darme un par de alas y un hueco en su web. A C. le veo poco, (nos debemos una comida) aunque como buen mafioso está vigilante y es un diamante que brillaría más si estuviese en Argentina.  JL. me gusta también, por los pecados de la carne y sus silencios.

   De los más importantes, JS, el que me dió de la vida, el que sigue buscando la forma de acercarse a unas hijas sin madre. Y K, mi panadero, el mejor para la mejor.  Y V. la experiencia hecha un grado y la falta de vergüenza para llamar a las cosas por su nombre. Y L. y su melancolía italiana. Y T. con su chulería madrileña. Por no hablar de R. con su verborrea policial. M. el que quería trabajar en la trabajadería y M.A. con su tranquilidad a prueba de bomba, JL. el que mejor combina la ropa y B. el más cariñoso, mi ahijado.

   Muchos, muchos hombres tengo en mi vida y no los quiero perder. Va por ellos, esta historia de la que son protagonistas en abstracto.

UN PAR DE NARICES

   He conocido muchos hombres. No ha sido tarea fácil. Les he dedicado tiempo y energía... era mi trabajo. Nunca imaginé que acabaría haciéndolo. Los comienzos fueros duros: me faltaban tablas, no conocía el universo masculino en su totalidad y me implicaba demasiado con los clientes. Aprendí de manera paulatina, mis maestras me guiaron durante los meses del adiestramiento, enseñándome las técnicas necesarias para satisfacerlos. Recordándolo sonrío. Lo más difícil, siempre fue conseguir que el cliente exudara voluntariamente, es decir, sin necesidad de mi intervención; en mi larga carrera sólo lo ví en dos ocasiones.

  El procedimiento no era igual para todos, se establecían a priorí unos parámetros en los que ambos pudiéramos movernos con naturalidad, de modo que la materia prima obtenida fuera de la mejor calidad. Les sometía, desde la primera cita, a un imperceptible cuestionario para conocer mejor sus preferencias y así facilitarme el trabajo, con el tiempo conseguí óptimos resultados en apenas unos minutos. Me tomaba muy en serio mi trabajo. Siempre me tacharon de perfeccionista. Y es que... mi trabajo me gustaba.

  A mis sesenta años, puedo presumir de tener la mejor colección de aromas masculinos, referente mundial en la elaboración de la gran mayoría de perfumes y aguas de colonia. Mi labor y el de todas mis compañeras durante todos estos años, catalogando el aroma de los hombres, jamás ha sido reconocido por la sociedad, desconocedora de nuestro trabajo de campo, riguroso y serio acerca del universo olfativo masculino.






martes, 12 de octubre de 2010

EL MAR CASERO


  

 Aquí estoy en casa, viendo como cae la lluvia, que siempre queda muy bucólico. Ayer fue un día extraño, pasado por agua también, pero en forma de clase de aquaerobic, con una novedad  y es que un chico se ha atrevido a probar nuestras clases, no le doy más de un mes dando saltitos al ritmo de la música. El caso es que cuando iba para la piscina, casi me atropellan, faltó un pelo para que no pudiera acudir a mi cita. Con el susto en el cuerpo y las piernas temblando llegué al vestuario, me cambié y en una vez en el líquido elemento, mi cuerpo se tranquilizó por completo.

   Hoy, me he estado peleando con la lavadora, la muy ingrata, ha decidido estropearse en la fecha límite de la garantía, ha decidido probar mi paciencia, con una pieza de la puerta, ¿cómo se puede arrancar de cuajo, el mecanismo de apertura? pues sí, ya os digo que se puede arrancar y añado: ¿cómo un mecanismo aparentemente fácil es como el cubo de kubrik?. Después de conseguir unir la pieza y montarla, hay algo que falla y no se cierra la muy puñetera. Mañana seguiré metiéndole mano. Y después de esta historia, os contaré otra, como no relacionada con el agua.

EL MAR CASERO

Todo está en calma, es de noche. El rumor del agua apenas se hace audible. En el horizonte de la ventana crece el día y se produce el mar casero. Como en la desembocadura de un río, el agua dulce de manera lenta, tranquila, constante entra en el contacto con el mar, allí la reciben sus habitantes, girando, dando vueltas, arriba, abajo, derecha, izquierda, más vueltas.
De repente la masa de agua queda en calma ¿qué ocurre?. Sus habitantes perplejos apenas se mueven, el líquido que los contiene no tiene actividad. Algo cambia, una gran sacudida los agita bruscamente, ¿es un maremoto?. No, es diferente, de nuevo una entrada de agua los invade con fuerza, provocando otra vez una sacudida en sus cuerpos, estableciéndose una lucha por mantener el equilibrio y sin embargo, siguen dando vueltas, más vueltas, remolinos, giros centrípetos….
Silencio. Un clic metálico indica el final, la lavadora ha terminado su programa

© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall