Dos meses han pasado desde la última inmersión ¡y me siento tan diferente! Bajé de los seis a los dieciocho metros de profundidad, ¡mi mejor marca!. Como efecto lateral un pequeño ronroneo en el oído derecho, en forma de estribillo de la canción italiana “La bambola”.
Ese fin de semana coincidimos muchos en el centro de buceo, celebraba su quinto aniversario y habían preparado una fiesta en la bahía. Acudieron franceses, alemanes, italianos y autóctonos, los menos, como nosotros.
¡Esa noche triunfé! ¡Vaya si triunfé! Una italiana despampanante, que no había dejado de seguir mis burbujas en el descenso, me daba palique:
- Come ti chiami? Ti piacciono le immersioni? Quanti anni ha? Di dove sei? Perché sei cosí bello? (*1)
¡No paraba de hacer preguntas!, así que … tuve que besarla. La pillé por sorpresa, tanto que cuando quiso reaccionar tenía mi lengua tocando a misa. Sólo pudo decir: - Sei bravo!-y pegarme un mordisco en el cuello, de esos, que anticipan el placer de después… En ese momento, puso en marcha toda su artillería: bamboleo de caderas, pechos fuera, pestañeo sugerente y un movimiento endiablado al ritmo de los dj´s… la luna llena hizo el resto.
Mis amigos, viendo el homenaje que estaba a punto de darme, se retiraron. ¡Triunfé! ¡Vaya si triunfé!. Al día siguiente no podía ni moverme, el cuello me escocía, descubrí sus dientes marcados. En un post-it un número de teléfono y la frase “il mio lavoro é fatto, vediamo quando la luna é piena” (*2). Nunca supe cómo se llamaba.
Durante
dos meses he intentado ponerme en contacto con ella. Desde entonces algo ha
cambiado en mí. Mis amigos, no le dan importancia, dicen que es porque hasta esa
noche había pasado mucho hambre…
A
la semana de mi encuentro, decidí que me quedaban mejor las camisas y los polos
que las camisetas y me sorprendí tomando lambrusco en las comidas y fetuccini.
En la siguiente tomé por costumbre levantarme el cuello de los polos ¡me daba
un aire tan distinto! Y empecé a ver “El Padrino (I y II, la III no estaba a la
altura) y hablar con voz ronca. A la tercera, en lugar de pedir cerveza con los colegas,
pedía birras y mi mano derecha empezó a ayudarme a dar énfasis a mis
argumentaciones; a la cuarta semana me compré unas gafas de sol grandes, me
aprendí todas las canciones de Eros Ramazotti y me compré una vespa para volver
al centro de buceo, con la esperanza de encontrarla. De esta noche triunfal
sólo quedaban la luna llena y la bahía.
Y ocurrió. A la Luz de la luna llena, mi acento era claramente italiano, mis manos no dejaban de gesticular, el cuello de mi polo estaba tan subido que me hacía herida, mi tripa había crecido tanto por la birra, que me había convertido en un Flavio Biatore cualquiera. Era el hombre-lobo-italiano: ¡auuuuuuuuh!
(1) ¿Cómo te llamas? ¿Te gusta bucear? ¿Cuántos años tienes? ¿De donde eres? ¿Por qué eras tan guapo?
(2) mi trabajo está hecho, nos vemos cuando la luna esté llena)
guauuuuu.....guauuuu...guauuuuu...
ResponderEliminarCON
Si Interesente de principio a fin!! a ver si ,me voy a enganchar...
ResponderEliminarups! al principio pensé en un momento lésbico jajaja...luego se aclaró..besosss..Graciela
ResponderEliminarTobogán...Bienvenida a mis historias, es una alegría saber que te leen.
ResponderEliminarGraciela.... jaja, como decía una amiga lesbiana (para más señas): "Eva es asquerosamente heterosexual".
Con... gracias por tus comentarios.
Doy fe de ello: Eva es asquerosamente heterosexual.
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