LA
TETERA DEL GENIO
Amanecí
tarde. El baile de máscaras de Liceu y la compañía de Pere y Joan habían sido
de una intensidad desacostumbrada. Padre llamó a la puerta y la Roser entró con
el desayuno.
Soplé
la taza y me emocioné al recordar las veces que pasé mis dedos por cada una de
las filigranas de su inusual azul, mientras madre tostaba el pan que hundíamos
en el chocolate de los domingos. Me incorporé y la bandeja con la porcelana acabó hecha añicos en un mar de azúcar. No pude apartar la vista de
ellos. Tampoco dejé hacer nada a la Roser. Recogí los pedazos, los limpié de té y mantequilla y los guardé con amor ¡Eran suyos! Pasé el resto
del día sin comer y encerrado en mí estudio, mirando distraído el plano que
debía presentar al día siguiente.
-Qué mala cara traes, Antonio-me dijo Joan.
-
¡Tengo un disgusto! Ya te contaré luego, pero ahora vamos a convencer al
cliente
Era
nuestra primera colaboración de muchas que vendrían, se trataba del proyecto de
reforma y construcción de una portería y unas caballerizas de una finca en
Pedralbes. Y como buen herrero que era había diseñado un gran dragón, cuyas
garras se podían articular, para la puerta principal. En alusión al poema que
le habían dedicado al suegro de nuestro cliente. Un guiño más que evidente para
congraciarnos con él y que nos adjudicase la ejecución de las obras.
-¡Cuánto
ingenio han desplegado las alas de tu dragón!, amigo Joan, enhorabuena!. Ya lo
has oído, en Abril empezamos.
Las
obras avanzaban a buen ritmo y las partidas parecían ajustarse como
guantes, no entendía como mis colegas se
quejaban tanto. Surcaba un mar de placidez y tranquilidad, hasta que Joan trajo
la tempestad.
-¡cinco
metros de puerta! Pensé que serían tres pero con el retranqueo de la portería, se han convertido en ¡cinco metros! ¡No
vamos a tener dinero para los remates!
-No quiero sacrificarlos
Joan, eso es lo que le da personalidad al conjunto. Pensaré una
solución…
La
primera vez que lo usé causó horror en mi cuadrilla de albañiles y mucho
sarcasmo entre mis colegas. Fue un gran reto para mí, buscar una alternativa
vistosa y económica.
Hay
colores que se pegan a nuestra vida y nos persiguen. El azul de la porcelana de
mi madre, fue el mío que elevé al cielo en cada uno de mis proyectos. ¡Sólo
tenéis que mirar los tejados de mis obras en Barcelona!