STAR
WARS
Cajas
y más cajas ocupaban la entrada del apartamento. Algunas perfectamente
etiquetadas se agrupaban en la esquina derecha. Cada vez que Begoña entraba
daba un traspié en alguna, acordándose de toda la familia de Amador.
Llevaban
casi dos meses empaquetando sus vidas. Un piso grande era el culpable. A las
cosas que se llevaron cuando se fueron a vivir juntos, sumaban las de los
últimos siete años.
-Sí,
claro hemos quedado como amigos. ¡Cómo vamos a olvidarnos de todo este tiempo!
¿sabes? Lo peor es decidir quién se queda las cosas… aunque Amador lo está
haciendo muy fácil. Venga, luego nos vemos y te cuento.
Había
pasado un mes desde la conversación y entre ellos se había instalado una
viscosa sensación de agobio. Estaban condenados a compartir todavía el espacio.
No habían encontrado un comprador tan rápido cómo pensaban. Los detalles que
hasta ahora no tenían importancia ni molestaban, como dejar la cortina de la ducha
sin estirar, se transformaban en ráfagas de ironía.
Begoña
se ocupaba de gestionar los anuncios de los portales inmobiliarios. Cansada de
no tener respuestas y viendo todos los días las cajas de Amador abiertas, tuvo
una idea arriesgada. No lo consultó con él, cansada de sus comentarios
sarcásticos.
Celebraron
con recelo la venta de la casa y fijaron con el comprador la fecha de la
escritura y la notaría. Begoña tendría que hacer entrega de lo prometido.
Acudieron
juntos y puntuales a la cita. Cuando habían firmado todos los documentos, el
comprador preguntó cuándo podría disfrutar de la colección de Star Wars. Se
produjo un silencio denso, incómodo. Amador miraba a Begoña con un
interrogante, ella trataba de calmarlo bajando la mirada, cuando eran pareja
era un truco que jamás le fallaba. El comprador sólo esperaba a que le dieran
su ansiado tesoro y desaparecer.
Amador
se despidió del nuevo propietario de muy mala ostia, Begoña detrás suplicándole
perdón en la escalera, en el ascensor, hasta en el coche y prometiéndole pagar
la colección de la que le había obligado a desprenderse.
Ya
en casa, Amador cansado de la cantinela de Begoña, rompe su silencio:
-Cállate,
me aburres con tu mierda
-Nunca
escuchas lo que te digo
-¿Eres
sorda? ¡Qué te calles coño!
-¿Qué
nos ha pasado? Éramos felices
-Me
voy a dar una vuelta. No dices más que gilipolleces
-¡No
te vayas por favor!
-Haberlo
pensado antes de hacer lo que hiciste…
Amador
coge sus llaves y su abrigo y sale del apartamento cerrando suavemente la
puerta, las cajas de la entrada le impiden dan un portazo.