No hay nada como tener tiempo, para colocar papeles y seguir descubriendo historias hace tiempo escritas. Ahí va otra:
Habíamos acabado de recoger los platos y nos disponíamos a disfrutar del café y una larga sobremesa, no teníamos intención de hacer otra cosa en toda la tarde que charlar. Clara sabía que cada vez que nos convocaba a una comida no podía ponerle fin hasta bien entrada la noche.
Fue Luis quien tomó la palabra para contarnos a colación del tema que tratábamos (las relaciones de pareja), lo extraña que era una, que llevaba viviendo en su barrio un par de años.
-Desde que tomaron posesión del bajo A, todos los vecinos caímos rendidos a sus pies, simplemente nos cautivaron.
No nos dejó más opción que la de interesarnos por ellos, sin apenas haber dicho nada más, sorprendidos por una avenencia en la comunidad respecto a sus nuevos vecinos, tan poco común en estos días.
-Lo que os decía, lo primero que hicieron fue ir de casa en casa, para presentarse y pedir disculpas por las molestias causadas con la mudanza. Este detalle los colocó de inmediato en el tema de conversación de la escalera. Como sabéis mi bloque es de los pocos que mantiene a sus primitivos propietarios, así que fueron sin pretenderlo "los nuevos". El debe andar por los cuarenta, muy alto, con el pelo largo, aire desaliñado y unas gafas de sol que nunca abandona; ella en cambio, es bajita, también con el pelo largo, pendiente siempre de él. Imaginárosolo, como ¿el punto y la i? o ¿la i y el punto?. nunca he sabido bien como se dice... Siii, ya se que me vais a decir que no es suficiente para definirla como extraña pareja.
-Desde lueog que no, pero conociéndote sabemos que a ti cualquier cosa te parece extraña- dijo Clara.
- Bah... sigo... lo que os decía, nos habiamos enterado que trabajaban en una fundación, dando cursos de capacitación para que sus socios estuvieran más preparados para desempeñar su labor. Siempre iban juntos: al trabajo, de paseo, a la compra, a las juntas de propietarios (y eso si que es raro), a ver los partidos de fútbol, es del Madrid y lo sé por el "Madrid-Barsa" que jugaron aqui, me invitó, me dijo que Linda no podía ir. Quedamos directamente en el Bernabeu y allí estaba, puntual, como un clavo. No me vió acercarme, tuve que llamarle. Enseguida llegamos a nuestras localidades, bueno, bueno, bueno.... ya sabeis como me pongo con los goles, pues le teníais que ver a él, saltando, dando palmas, acordándose en todo momento de Linda, que si Linda estuviera se pondría nerviosa, que si a Linda le gustaría el olor a bocata de todo el campo, que si le daría miedo tanta gente... lo pasamos muy bien. Mucho tenía que querer a Linda, para acordarse en pleno partido de ella, ¿no?.
En el último partido fui, esta vez con Linda, y si es verdad, era un manojo de nervios. Ya os he dicho que ella siempre estaba pendiente de él, ¿no?... lo que quizás no he dicho, es que en vez de dos piernas tiene cuatro.
- ¿Nos estás tomando el pelo?- dijo Clara.
- Algo así... pero tiene su explicación. Desde luego que no es una pareja al uso, me imagino que habréis adivinado que se trata de un ciego y de su perra ¿no?
Sólo se oían risas. Les había tomado el pelo soberanamente. No lo hubieran imaginao nunca. Luis, levantaba la voz para que el resto le escuchara, todavía no había terminado, insistía en que a pesar de todo, eran una pareja. Y en ningún momento les había engañado. Desde luego que lo eran- repetía, Luis.
Comparando cualquiera de sus relaciones, con la que mantenía su vecino con Linda, que así se llamaba el pastor alemán, no podía por menos que darse cuenta de lo que había fallado en las suyas.
Y concluyó que quizás lo que necesitaba en su vida, era otra Linda, aunque sólo lo pensó.